Es un enunciado sentencioso al modo de una paremia que pretende expresar una verdad sobre el mundo y el ser humano.
Se puede rastrear la idea del cambio como constante y de la realidad como cambiante hasta el filósofo griego Heráclito.
La formulación clásica está en la sentencia griega "τἀ πἀντα ρει" que se traslada al latín con omnia mutantur; todo cambia.
El Omnia mutantur et nos mutamur in illis se ha atribuido a Lotario I por parte de Matthias Borbonius.
[1] Igualmente este proverbio pasó a convertirse en tópico literario como también lo hizo el Tempus fugit, esto es, el tiempo huye.