Presenta un recorrido noroeste- sudeste, atravesando el departamento General Manuel Belgrano hasta el centro del de Iguazú.
[1] Esta sierra presenta generalmente la forma de un lomo abovedado, constituida por eminencias redondeadas con cumbres achatadas o mesetiformes.
Al sur y sudoeste en cambio las aguas corren hacia el arroyo Urugua-í, un afluente del río Alto Paraná.
[7] Están dominadas por el laurel negro (Nectandra megapotamica), el guatambú blanco (Balfourodendron riedelianum), el anchico colorado (Parapiptadenia rigida), el cedro misionero (Cedrela fissilis), el timbó colorado (Enterolobium contortisiliquum), el yvyrá-pytá (Peltophorum dubium), el incienso (Myrocarpus frondosus), el lapacho negro (Handroanthus heptaphyllus), el rabo molle (Lonchocarpus muehlbergianus), el alecrín (Holocalyx balansae), el ybirá-peré o grapia (Apuleia leiocarpa), la cancharana (Cabralea oblongifoliola), etc.[8] En algunos sectores aún se presenta una comunidad característica del norte misionero, conformada por el palo rosa o perobá (Aspidosperma polyneuron), gigante arbóreo de valiosa madera, y el palmito (Euterpe edulis) grácil y muy codiciada palma de estípite con cogoyo terminar comestible, cuya extracción le causa la muerte.
[9] En el extremo sudeste, en áreas por sobre los 650 m s. n. m. se encontraba el distrito fitogeográfico planaltense, donde el elemento dominante pasaba a ser la gigantesca araucaria misionera o pino Paraná, si bien los ejemplares remanentes de esta conífera fueron casi completamente apeados.
Allí hiela suavemente y solo en pleno invierno austral, aunque al ascender por las laderas de los cerros, en razón del drenaje del aire frío nocturno, se encuentran algunas micro exposiciones que suelen estar casi libres de heladas, al igual que ocurre con las franjas que bordean a los arroyos gracias a las neblinas nocturnas y a la acción morigeradora de las aguas.
[13] Los vientos procedentes del Atlántico provocan lluvias repartidas en todo el año, acumulando más de 2000 mm anuales, con una humedad relativa superior al 75 %.
[25] Las coladas basálticas suelen presentarse intercaladas con aeolianitas ortocuarcíticas supermaduras, adecuadamente estratificadas, las que poseen un origen ligado al gran paleo-desierto continental de Botucatú.
[27][28][29] El manto efusivo que a partir del Terciario sufrió un levantamiento general, fue luego labrado por una prolongada acción erosiva eólica e hídrica, generando valles profundos e interfluvios colinados con laderas de pendientes pronunciadas y cumbres mamelonadas.