El sentido de la vista o visión es posible gracias a un órgano receptor, el ojo, que recibe las impresiones luminosas y las transforma en señales eléctricas que transmite al cerebro por las vías ópticas.
Está protegido por los párpados y por la secreción de la glándula lagrimal, tiene capacidad para moverse en todas direcciones gracias a los músculos extrínsecos del globo ocular.
Cuando la luz penetra en el ojo, esta pasa a través de la córnea, la pupila y el cristalino, para llegar a la retina, donde la energía electromagnética de la luz se convierte en impulsos nerviosos que por medio del nervio óptico son enviados hacia el cerebro para su procesamiento por la corteza visual.
En la ceguera cortical, por ejemplo, ocasionada por una lesión en la región occipital del cerebro, se produce pérdida completa de visión aunque el ojo y el nervio óptico no presentan ninguna anomalía.
La explicación contraria es el modelo pasivo de la visión que fue defendido entre otros por Demócrito y Lucrecio; según esta teoría, los objetos envían imágenes de sí mismos hacia el espacio que los envuelve.
Isaac Newton fue su principal seguidor y continuador en el siglo XVIII, y en el siglo XIX lo fue Hermann von Helmholtz, médico alemán autor del Handbuch der Physiologischen Optik / Tratado de óptica fisiológica.
En el siglo XXI los modelos que explican el fenómeno de la visión son multidisciplinares, pues tienen en cuenta tanto los aspectos fisiológicos como los neurológicos y psicológicos.
El nervio óptico sale del globo ocular en la zona posterior del ojo junto con los vasos retinianos en un punto conocido como papila óptica, en donde no existen receptores visuales, por lo que constituye un punto ciego.
La rodopsina es el pigmento fotosensible de los bastones, cuya opsina se llama escotopsina.
Tras atravesar la córnea, la luz pasa por un orificio que se encuentra en el centro del iris llamado pupila.
Ambos convergen hacia la base del cerebro, donde se unen en una estructura con forma de X, el quiasma óptico, de donde parten las cintillas ópticas que se dirigen a los núcleos geniculados laterales localizados en la cara posterior del tálamo.
Las neuronas del núcleo geniculado lateral envían sus axones mediante las llamadas radiaciones ópticas hasta la corteza visual primaria.
La mayor parte de los mamíferos poseen únicamente dos tipos conos; las aves, los reptiles, las tortugas y muchos peces poseen cuatro clases de conos y, por tanto, mejor visión del color que la nuestra.
Las plantas poseen sensibilidad a la luz; sin embargo, no tienen visión, pues los vegetales son incapaces de detectar estructuras y colores.
Existen diferentes variedades de órganos visuales, desde los más simples que están constituidos únicamente por algunas células sensibles a la luz, a los órganos más complejos, como el ojo que presentan los cefalópodos y los vertebrados.
Todos ellos están condicionados por las cualidades físicas de la luz que son inalterables.