Sin embargo, apenas había subido al trono cuando comenzó una seria crisis, habitual con cada cambio de monarca en un imperio tan despótico y odiado como fue el suyo.Elam, en particular, experimentaba una época de auge bajo el gobierno del enérgico Shuturnakhkhunte II, que había invadido Mesopotamia en 710 y 708 a. C., e iba a suscitar de nuevo muchos problemas a los asirios en Babilonia y la Baja Mesopotamia.[2] Senaquerib, reaccionó con su característico brío ("rugiendo como un león"), movilizando un inmenso dispositivo militar y emprendiendo personalmente la reconquista de la zona.Sin embargo, los asirios no lograron atrapar a Merodac-Baladán, persiguiéndolo en vano durante cinco días por las marismas de la Baja Mesopotamia.Tras someter de nuevo toda la Baja Mesopotamia al dominio asirio, esclavizando a los rebeldes, Senaquerib instaló en el trono a un nuevo rey-títere, el potentado babilonio Bel-ibni, educado en la Corte asiria.[3] La gran rebelión de la Baja Mesopotamia y la intervención elamita provocó que el poderío asirio quedara en entredicho en sus límites nororientales.Los montañeses sometidos fueron obligados a asentarse en la nueva capital, así como en las ciudades de Hardishpi y Bît-Kubatti.En la ciudad-Estado filistea de Ascalón, el rey Sharru-lu-dari, entronizado por Sargón II, fue depuesto y sucedido por Sidka.[6] El rey pro-asirio de Ecrón, Padi, fue destronado por los egipcios y enviado encadenado a Ezequías, para mayor humillación.Ascalón hubo de ser tomada por la fuerza, junto con las ciudades vecinas del mismo reino, Beth-Dagon, Joppa, Banaibarka y Asuru.Alardeando sobre cómo su dios sería tan impotente como los dioses de los países que ya habían caído ante el poder asirio: Tú has oído, seguramente, lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países, al consagrarlos al exterminio total.La embajada asiria regresó con su monarca, quien a la sazón estaba luchando contra Libná, y se oyó decir respecto al príncipe kushita Taharqa, futuro faraón, "Mira que ha salido a pelear contra ti".Senaquerib se volvió contra Judá, tomando varias ciudades amuralladas y poniendo sitio a Jerusalén.[15] Según el relato bíblico Yahvé envió un ángel, que en una noche derribó a "ciento ochenta y cinco mil hombres en el campamento de los asirios": "se levantaron por la mañana, y he aquí que todos eran cadáveres".Este relato obviamente no coincide con el registro bíblico, ni tampoco armoniza con las inscripciones asirias.Marchando sobre Babilionia en la cuarta campaña de su reinado, el monarca asirio depuso y tomó prisionero al entonces rey, Belibni, cuya lealtad era más que sospechosa, para avanzar a continuación sobre Bit-Yakin.Merodac-Baladán retrocedió ante el avance de las huestes asirias, pero, finalmente, fue acorralado en sus últimos reductos a orillas del Golfo Pérsico.Senaquerib dejó que sus generales se encargaran solos de reprimir la rebelión del gobernador de Cilicia, Kirua, en 696, cuya capital fue tomada al asalto; él mismo fue enviado prisionero a Nínive, donde fue desollado.Monstruosos toros alados con cabezas de reyes barbudos, los Shedu, franqueaban sus principales puertas.Estos navíos descendieron el Tigris hasta Opis, y desde ahí mediante troncos los llevaron al Éufrates.Allí saquearon varias ciudades y con el botín volvieron al campamento situado en Bab-Salimeti.Mientras tanto en Elam el rey fue expulsado a causa de esta derrota y fue coronado su hermano mayor Kurdurnakhkhunte.Por otro lado los babilonios recurrieron a un caldeo llamado Mushezibmarduk que había dirigido una obstinada guerrilla en el sur contra los asirios.Dos años más tardes, 689, este rehízo sus fuerzas y aprovechando la debilidad del rey de Elam marchó contra Babilonia.Los edificios fueron arrasados, tanto los civiles como los religiosos, robaron o destruyeron las obras de arte, y sus cimientos fueron arrojados al río.El rey permaneció en Nínive, entregado a tareas constructivas, aunque sus generales dirigieron alguna campaña punitiva —por ejemplo contra los árabes—.Por tanto, Senaquerib no fue capaz de mantener intactas las fronteras del dilatado imperio forjado por su padre.El nacionalismo asirio se convirtió en una importante cuestión en disputa, ya que denunciaban como crímenes las simpatías probabilonias de la reina y su hijo.Y oyó decir que Tirhaca rey de Etiopía había salido para hacerle guerra.Por el mismo camino que vino, volverá, y no entrará en esta ciudad, dice Jehová.
Senaquerib durante la campaña babilonia. Relieve de su palacio de
Nínive
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