Ruptura sino-soviética

La ruptura sino-soviética (en chino, 中苏交恶; en ruso: Советско-китайский раскол) es el nombre que recibió la crisis en las relaciones entre la República Popular China y la URSS que comenzó a finales de la década de 1950 y se intensificó durante la siguiente década.

Mientras que el líder chino, Mao Zedong, prefería una mayor beligerancia hacia los países capitalistas (maoísmo), el Gobierno soviético orientó su política hacia una «coexistencia pacífica» con estos países, por lo que Mao y el Partido Comunista de China acusaron a la URSS de revisionismo.

[1]​ La ruptura provocó una fractura sin precedentes en el movimiento comunista internacional y abrió el camino al establecimiento de relaciones entre EE. UU.

Hasta ese momento, el PCCh había estado prácticamente tutelado por la URSS a través de la Internacional Comunista, fuertemente ligada al aparato gubernamental soviético, y había operado mediante sucesivas alianzas o enfrentamientos con los nacionalistas del Kuomintang hasta que en 1927 el PCCh rompió definitivamente con el Kuomintang cuando el régimen nacionalista reprimió violentamente a sus aliados de izquierda en las grandes urbes.

Sin embargo, las diferentes visiones que ambos países tenían acerca de la colaboración mutua provocarían un conflicto creciente.

No obstante, cuando en febrero de 1956 Nikita Jruschov emitió su célebre "Discurso secreto" condenando el régimen de Stalin y sus políticas, Mao reaccionó agriamente debido a la fuerte adhesión que éste había mostrado previamente al estalinismo.

UU., por lo cual consideró que China debería contar solamente con sus propias fuerzas en caso de un conflicto bélico contra Japón y/o los estadounidenses.

tras el incidente del avión espía U-2, pero Mao condenó el suceso y declaró que la reacción soviética debió ser mucho más agresiva contra los estadounidenses.

Poco después, la URSS negaría una vez más el apoyo a la República Popular China en la breve guerra que ésta mantuvo con India en noviembre de 1962 por el control de una zona fronteriza en el extremo suroccidental del país, conocida como Aksai Chin.

Por su lado, Mao Zedong advirtió que el "modelo revolucionario" del Partido Comunista de China debería ser seguido por todos los grupos comunistas en el planeta y especialmente en el Tercer Mundo, en tanto la experiencia del PCCh habría resultado exitosa al poner énfasis en el campesinado como "agente revolucionario", en vez de otorgar este rol al proletariado urbano que resultaba minoritario en los países tercermundistas.

Paulatinamente el régimen de Mao apreció que en materias económicas, geopolíticas, y diplomáticas, los intereses soviéticos no coincidían con los chinos, siendo inevitable la ruptura.

Otra manifestación de la ruptura se mostró en las relaciones internacionales de China y de la URSS, concretamente en su apoyo a movimientos comunistas del resto del mundo, que empezaron a definirse como maoístas si apoyaban las posiciones políticas de China o como "pro-soviéticos" si mantenían su lealtad hacia la URSS en nombre del marxismo-leninismo, terreno donde ambos países entraron en pugna para obtener mayor ascendiente sobre estos grupos, tanto en Europa como en América Latina y África, al punto que en este último continente la URSS y China apoyaron de modo simultáneo —o alternado— a diversos movimientos izquierdistas anticoloniales, según la variable ideológica que manifestaran.

Del mismo modo, ambos países compitieron mutuamente para alcanzar mayor influencia entre los gobiernos del Tercer Mundo, no sólo en América Latina sino sobre todo en los países recién independientes en Asia, y África, mediante acuerdos de cooperación económica o política, aunque en todas estas áreas la URSS logró más adhesiones concretas.

Finalmente en 1975, en Indochina surgieron tres gobiernos comunistas cuya afiliación ideológica resultó diversa: Vietnam (donde el gobierno del Norte había ganado la guerra contra Vietnam del Sur) y Laos se mantuvieron como aliados de la URSS, mientras que la menos próspera y poblada Camboya (gobernada por los Jemeres Rojos que ese año ganaban la guerra civil camboyana) se alió con China.

El Gobierno chino tampoco mostró entusiasmo alguno tras el triunfo sandinista en Nicaragua en 1979, al saberse que el nuevo régimen nicaragüense prefería un acercamiento político con la URSS y los países de Europa Oriental.

Este enfrentamiento armado supondría el punto más crítico en las relaciones entre los dos países, y se llegó a temer la posibilidad de una gran guerra abierta entre las dos potencias comunistas.

A fines de 1991 la URSS era reemplazada por quince nuevas repúblicas, ya soberanas e independientes, siendo que todas ellas adoptaron el sistema económico del capitalismo.

Mao y Stalin - junto a otros líderes comunistas del mundo - juntos en Moscú , celebrando el cumpleaños de Stalin en diciembre de 1949.
A balding Russian man (Nikita Kruschev) and a younger Chinese man (Mao Zedong) sit and smile, the balding man holding a fan
Mao Zedong y Nikita Jruschov en 1958, durante una visita del líder soviético a China.