En un principio, el gobierno de Estados Unidos negó el objetivo y misión del avión, pero se vio obligado a admitir su papel en la intrusión aérea cuando la Unión Soviética mostró sus restos (sorprendentemente conservados), y más aún, anunció que su piloto, de quien luego se sabría que se llamaba Francis Gary Powers (1929-1977), había sobrevivido a su derribo.
Por lo tanto, hasta ese entonces habían silenciosamente soportado la humillación de solo limitarse a detectar a los huidizos U-2 en sus radares, sin poder hacer demasiado al respecto, mientras los aviones secretos y misteriosos U-2 violaban impunemente el espacio aéreo soviético.
Todas las unidades de la Fuerzas Aérea Soviética en el Asia Central, Kazajistán, Siberia, los montes Urales (y más tarde, en la propia región europea de la Unión Soviética e incluso el extremo norte) estaban en alerta, y se esperaba la inminente invasión del espacio aéreo soviético por parte de un U-2 proveniente desde el sur.
El piloto Francis Gary Powers se eyectó exitosamente, antes de abrir su paracaídas.
Al hacer eso, no activó (o no pudo hacerlo) la pequeña carga explosiva que habría contribuido a la destrucción de la aeronave, cuyos potenciales restos en tierra podrían convertirse en evidencia incriminatoria en territorio hostil (y de hecho, así sería prontamente).
Además, durante su entrenamiento, Powers había recibido un dólar de plata modificado, con una químico en su interior para suicidarse.
En tales comparecencias, se determinó que Powers había seguido órdenes y no había divulgado información crítica a los soviéticos, y actuó como «un buen joven bajo circunstancias peligrosas». que escondía una aguja impregnada con la sustancia tóxica tropical conocida como curare.
Finalmente cae en tierra con su paracaídas y fue capturado,[4] después de haber sido delatado por unos granjeros, quienes enseguida se dieron cuenta de que estaban ante un extranjero que no hablaba ruso.
[4][5] Sobre este último hecho en particular, se llegó a alegar que hubo un malentendido radial.
Estas codificaciones radiales, que permitían distinguir a una aeronave amiga de una enemiga, intrusa, ingresando a su territorio nacional y volando sobre su espacio aéreo, habrían detectado al propio MiG-19 como enemigo.
Después de enterarse de esa maniobra de encubrimiento, el premier soviético Nikita Jrushchov anunció al Soviet Supremo, y al mundo, que un «avión espía» había sido derribado en la Unión Soviética; pero intencionalmente no hizo referencia alguna a que su piloto había sobrevivido durante el incidente, guardándose esa vital información como su «as bajo la manga».
lo habían mantenido en la oscuridad [es decir, no informado] sobre semejantes operaciones clandestinas de espionaje lanzadas desde su territorio».
Esta historia se originó a partir de la información filtrada hacia Occidente por el coronel Oleg Penkovski, un agente del GRU soviético que espiaba para el MI6 británico, e indirectamente, para la CIA estadounidense.
En los últimos años, sin embargo, surgieron nuevos datos que difieren sustancialmente de aquella versión oficial.
En 1996, el piloto soviético en retiro Igor Mentyukov reveló que, a unos 20 000 m de altitud, bajo órdenes de impactar contra el intruso, se las ingenió para descompensar al U-2 mediante la estela de su Sujoi Su-9 desarmado, provocando que la aeronave intrusa se diese vuelta y se rompiesen sus frágiles alas.
Para intentar reforzar su versión, Mentyukov apeló al sentido común, diciendo que hubiese sido virtualmente imposible que un avión sobreviviese a un impacto directo de un misil, en especial un forzosamente liviano U-2.
Pero al no disponer de armas, la virtual única opción que ahora tenía el piloto era intentar embestir (del ruso: 'taran') a su objetivo, como si fuese un ariete.
Dijo que Mentyukov intentó interceptar al U-2, pero no pudo hacerlo, e incluso ni siquiera habría tenido contacto visual con su objetivo.
Este rápidamente se dirigió hacia su blanco y explotó en el aire, detrás del U-2, pero lo suficientemente cerca como para sacudir violentamente a la frágil aeronave, haciendo inclusive que sus largas alas se desprendiesen de su fuselaje.
Por eso, tras caer varios metros, a Powers no le quedó otra opción que eyectarse.