[1] La insurrección fue aplastada por el ejército gubernamental bajo el mando de Franz Lefort y Patrick Gordon.
[1] Sofía, que había participado ya en la revuelta de 1682, fue definitivamente destituida del poder y forzada a tomar los hábitos de monja en el monasterio Novodévichi.
La lucha entre los clanes de boyardos y la intervención de los estamentos militares en la política del Estado en 1682 tras la muerte del joven zar Teodoro III condujo a una crisis dinástica.
[1][4] Los streltsí vivían en arrabales especiales (slobodá), principalmente en Zamoskvorechie, y constituían una categoría social muy acomodada.
[1][8] Muchos streltsí estaban molestos con el servicio, largo y lejos de casa.
No pudieron regresar en varios años a Moscú, habiendo dejado allí familias y negocios.
Especialmente causaba molestia el nombramiento de oficiales extranjeros en los más altos rangos militares.
Presentaron su reclamación al encargado del prikaz de los streltsí, el boyardo Iván Troyekúrov.
[1] Los streltsí se atrincheraron en sus slobodás, intentando establecer contactos con la zarevna Sofía, encerrada en el Monasterio Novodévichi.
Asimismo, entre el ejército comenzó a extenderse el rumor de que Pedro se había germanizado, renunciando a la fe ortodoxa, o de que había muerto en Europa.
El 11 de junio, Fiódor Romodánovski informaba por carta al zar y este le respondía autorizándole a aplastar la rebelión.
[13] Fueron interrogados las esposas, hermanas y demás parientes de los arcabuceros.
Sin embargo, no reconoció su culpa y tampoco se encontró la supuesta carta en la que apoyaba la rebelión.
Pedro I cortó personalmente la cabeza a cinco de los prisioneros.
[6] Según la tradición, Pedro I quiso otorgar una gran solemnidad a la ejecución para causar temor.
Los prisioneros serían conducidos al cadalso en parejas, con velas encendidas en las manos.
[15] Las últimas consecuencias y ejecuciones relacionadas con la revuelta se dieron en 1707, con la ejecución de Artemi Maslov, quien había leído la supuesta carta de Sofía a los streltsí en 1698.
Sin embargo, para los autores que la relataron durante el reinado de Pedro I y a lo largo del siglo XVIII, los streltsí eran rebeldes al servicio de Sofía Alekséyevna en la lucha por el poder.
En la obra del barón Heinrich von Huyssen La revista del soberano Pedro I los streltsí son comparados con los pretorianos de la Antigua Roma y los jenízaros otomanos.
La línea "antistreltsí" fue desarrollada posteriormente por el historiador Mijaíl Pogodin en sus artículos sobre Pedro.
Siguiendo la tradición historiográfica soviética aceptada, contrapone las agitaciones públicas a la represión del régimen zarista sobre los streltsí.