Reserva natural estricta San Antonio

Su superficie se habían estimado unas 600 ha, pero estudios posteriores sostienen que tiene unas 450 (actualmente las tierras no tienen mensura).

Este decreto creó además 3 reservas naturales estrictas en áreas de dominio de la Nación que no estaban incorporadas al sistema nacional, entre ellas la reserva San Antonio, en las que las provincias mantuvieron su jurisdicción respectiva no cedida.

El río San Antonio, frontera con el Brasil, constituye su límite norte y el arroyo El Pesado el oeste.

Manuel Belgrano", del IFONA, que hacía experimentaciones con árboles forestales (coníferas, eucaliptus), y mantenía una clausura intacta de flora nativa.

La reserva conserva una flora diferente a la del parque nacional Iguazú que es la selva misionera pero, al estar ubicada a 560 m s. n. m., tiene características únicas: se trata de los bosques de Araucarias.

Temperaturas elevadas y abundantes lluvias modelaron el paisaje debido a los distintos ciclos erosivos.

Yendo al oeste, estos parámetros se atenúan hasta aparecer una estación seca.

Una característica climática de la zona es la amplitud térmica diaria más acentuada que la estacional, formándose abundante rocío por la noche.

En esta formación la vegetación forma cinco estratos definidos, el más alto supera 30 m. En esta ecorregión hay géneros exclusivos -aunque muchos son compartidos con la ecorregión de las Yungas– como Araucaria, Holocalyx, Cabralea, Machaerium.

El entorno lo forman campos con gran actividad antrópica, fundamentalmente del lado brasileño.

En tal sector fronterizo no existe ningún "buffer" (amortiguación), dado que el río San Antonio es fácilmente franqueable –apenas alcanza 10 m de ancho- luego la fauna que pasa ese límite se encuentra en zonas explotadas donde será atacada o sustraída.

Además hay ausencia de caminos internos dificultando el control, y para otros trabajos.

La provincia tiene la 2.ª más alta densidad poblacional de Argentina (26,6 hab./km²) lo que producen los minifundios es muy escaso.

Así, el habitante echa mano a cualquier recurso para subsistir, entre ellos la caza de animales silvestres (Laclau, 1994).

Además, en el límite norte, pobladores brasileños abrieron una picada en el río San Antonio.