El pueblo difícilmente lo conocía, pero entre las clases superiores se le rendía una especie de culto.
El propósito de la vida según los aztecas era vivir para morir siendo sacrificado para Mictlantecuithly y así terminar su ciclo.
Esto prevendría el fin del mundo que podría suceder en cada ciclo de 52 años.
En ocasiones, los mexicas mataban a los cautivos más aristocráticos, notables por su valor en combate ritual: encadenaban la víctima al piso, quien vestía solamente un taparrabos, le daban un arma falsa y un escudo, y era muerto luchando contra un guerrero jaguar completamente armado.
A cambio de esta carne, el guerrero recibía grandes obsequios: Joyas, plumas ricas, mantas finas y esclavos.
A pesar de los relatos populares, los mexicas no hacían sacrificios humanos cada día.
En la adoración del Sol de las religiones mexica, inca y maya los sacrificios humanos eran algo común.
[6] Las formas y manifestaciones del Sol son un componente central de la cosmogonía mexica.
Por lo tanto, no habrá de sorprender que sus calendarios fuesen solares y estuviesen directamente vinculados a diversas formas religiosas.