Como ha señalado Feliciano Montero, «el problema para Cánovas [el líder del «alfonsismo» desde agosto de 1873] no era tanto impedir la intervención militar como controlarla y someterla a su amplio proyecto restaurador, conciliador, no revanchista».
[15][16] Antes de partir, Martínez Campos le escribió una carta a Cánovas del Castillo en la que le anunciaba su intención de llevar a cabo «el movimiento a favor de don Alfonso XII» (pero la carta llegó demasiado tarde para que Cánovas pudiera impedírselo):[17][18][19][nota 1] Martínez Campos y sus dos compañeros llegaron a Valencia por la mañana del día 28 y pasaron el día escondidos en casa de un alfonsino.
Todos le apoyaron, excepto un capitán que solicitó permiso para ser separado del mando.
Pero Serrano le comunicó que contaba con muy pocas fuerzas leales dispuestas a ir a Madrid, una vez que se había conocido la decisión del general Jovellar de apoyar el pronunciamiento —la mayoría de los generales, jefes y oficiales del Ejército del Norte simpatizaban con la causa alfonsina y, reunidos en Logroño, habían optado por desobedecer las órdenes del general Serrano, lo que sería conocido como un «pronunciamiento pasivo»—.
En el último telegrama ―el intercambio de mensajes había durado hora y media― el general Serrano le dijo: «El patriotismo me veda que se hagan tres gobiernos en España [el suyo, el alfonsino y el carlista]».
[27][28][29] «Jamás cambio alguno de régimen ha tenido lugar con una calma y una armonía tales», informaba a su gobierno el embajador francés.
«No obstante, la alta sociedad en Madrid y en otras provincias acogió con entusiasmo el cambio», apostilla el historiador José Varela Ortega.
En el momento de producirse el pronunciamiento, éste se encontraba de viaje en París, donde residía su madre la reina Isabel II, desde la Academia de Sandhurst, en Inglaterra, y fue informado de lo ocurrido en España a última hora del día 30 mediante una nota que decía en francés: «Votre Majesté a été proclamé Roi hier soir par l'Armée espagnole» ('Vuestra Majestad ha sido proclamado Rey ayer por la tarde por el Ejército español').
Pocas horas después Cánovas del Castillo enviaba un telegrama a la reina Isabel II en el que le comunicaba «este gran triunfo, alcanzado sin lucha ni derramamiento de sangre».
[33] Se organizó entonces rápidamente el viaje de regreso a España del príncipe Alfonso vía Marsella.
Tengo menos elementos de fuerza para el primer momento que hace mes y medio; casi estoy por decir que tengo menos de la tercera parte, pues he ido perdiéndolos paso a paso, yo creo que por dilaciones; tal vez esté equivocado: hace mes y medio podía iniciar a la vez Almería, Cádiz, Badajoz, Lérida, Valencia y ejército del Centro; hoy sólo puedo hacerlo en el ejército del Centro: no culpo a nadie; la decisión que tomo hoy la debí tomar hace cuarenta y cinco días.