Por otra parte, aunque no abogó por la creación de museos en España, sí llegó a concienciar sobre la necesidad de «dar a conocer y proteger el patrimonio artístico nacional».Con Johann Joachim Winckelmann profundizó en el arte clásico y Francisco Pérez Bayer le instruyó en materia histórica.De algunos de los tomos se publicaron hasta 13 ediciones; en su obra se echa de ver que no le gustaba la situación del campo, porque estaba despoblado y poco o mal explotado, y hacía notar que los mercados interiores estaban mal comunicados: «Terrible suerte ésta y la de otros muchos pueblos de Extremadura, que a sus moradores no les haya quedado otro arbitrio para vivir que el de abandonar sus hogares, como lo hacen continuamente, con gran daño de la población y del reino.»[4] Percibía, además, cierta crisis en la creación artística en relación con otras épocas más brillantes, como la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII; le horrorizaban los excesos del barroco posterior.Es un viaje representativo de los objetivos y tensiones del reformismo ilustrado.Aunque se ciñe también principalmente a la descripción artística, incluye, además, reflexiones sobre la economía, la vida social y religiosa y, más veladamente, la política en los territorios visitados.
Vista panorámica de
Alcalá de Henares
(
Viage de España, o Cartas en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse, que hay en ella
, tomo I, 3ª edición, 1787)