Como todos los ajíes, tiene en común su sabor picante, debido a compuestos químicos variados, llamados capsaicinnoides.
La especie Capsicum chinense, que produce las variedades más picantes, generalmente no se utiliza de este modo.
En respuesta a la irritación, el cerebro segrega endorfinas, un opiáceo natural que provoca una sensación de bienestar y satisfacción.
La cocina asiática —en especial la indonesia, la tailandesa y la hindú— adoptó rápidamente la pimienta de Cayena tras su introducción por los europeos.
Tradicionalmente se ha utilizado para los siguientes problemas de salud: Aunque las dosis contenidas en la pimienta de Cayena no conllevan riesgos, la capsaicina provoca irritación, inflamación y hasta lesiones por quemadura si se aplica en exceso [1].