En 1524 se presentó en Burgos esperanzado en obtener el perdón real, pero fue encarcelado y tratado severamente por las autoridades judiciales.
[8][9][10] Es conocida su enemistad personal con el diputado general, Diego Martínez de Álava.
[13] En 1517, vecinos de Ayala solicitaron al diputado general que no se pusiesen cuadrilleros en su tierra por temor a las represalias del conde.
[14] El conflicto entre Salvatierra y sus vasallos, aunque ya se había puesto de manifiesto con el levantamiento de 1433, alcanzó mayor gravedad a finales del siglo XV y comienzos del XVI.
[16] Estas intromisiones y excesos no hicieron otra cosa que exasperar a las autoridades locales.
A las tentativas explícitas de sustraerse del dominio señorial, el conde multiplicó sus actitudes abusivas hacia los vecinos.
Lo cierto es que el conde salió favorido en casi todas las demandas interpuestas por la villa.
[19] Así, en 1505 la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid le permitió seguir ostentado su titularidad señorial sobre Salvatierra, y en 1507 el corregidor guipuzcoano Vela Núñez dio como válido el tributo extraordinario que buscaba imponer así como la percepción de las alcabalas de su parte, y en este último caso obligó a Salvatierra a pagarle los 20 000 maravedíes que le debía por los ocho años durante los cuales la villa se había negado a contribuir.
Pero esto no impidió que el conde siguiese desobedeciendo la sentencia, alegando que el fallo de 1505 le había confirmado la posesión de su jurisdicción civil y criminal sobre la villa.
En él introdujo también la figura del procurador fiscal señorial, dotado de unas amplias atribuciones judiciales.
No contento con eso, aumentó el tributo exigido a la cantidad de 242 500 maravedíes.
[8] Ella también sufrió las consecuencias del carácter impetuoso e iracundo de su esposo; en 1521 consta que ni siquiera se encontraba junto a él sino en Vitoria, bajo la protección del diputado general.
El conde no tuvo otro remedio que tomar un buen caballo y huir a toda prisa.
Ciertos autores se inclinan al suicidio, pero otros, como Juan Albarellos Berroeta, opinan que Pedro de Ayala fue ejecutado.
[39] Domingo Hergueta y Martín cree que Albarellos cayó en un error al basarse en un documento de la época que afirma que «hasta sintió el César mandar quitar la vida a D. Pedro de Ayala, conde de Salvatierra, pero sus excesos habían sido grandes y su calidad los hizo mayores».