Para ganar tiempo contra un levantamiento que parecía inminente, el condestable repartió gratificaciones, mintió en varias ocasiones, y solicitó refuerzos de Tordesillas.
Mientras tanto, el condestable decidió llevar a la práctica una maniobra dilatoria.
En la noche se estableció una tregua momentánea y a la mañana siguiente el Condestable impresionó a los insurrectos desplegando un poderoso aparato militar en la plaza de la ciudad.
A la mañana siguiente pudo apoderarse de él sin problemas.
El día 27 se comprometió en Oña a despedir al día siguiente los 2000 hombres que había reunido en la villa y fijó además las condiciones para que se volviesen a sus tierras.