[1][2] De 1880 a 1882, el arquitecto austriaco Viktor Rumpelmayer dirigió la reconstrucción de la antigua konak, que fue demolida casi por completo, aunque se aprovecharon los cimientos para erigir el nuevo palacio, que además fue ampliado con una ala oriental destinada a recepciones.
Asimismo todas las fachadas fueron rehechas siguiendo el suntuoso y cosmopolita estilo Segundo Imperio con connotaciones chateauesque.
[5] Los gobiernos europeos reaccionaron con indiferencia, como Austria o el Imperio otomano, o con abierta hostilidad, como Rusia, pero, el 7 de agosto, Fernando abandonó su castillo de Ebenthal en Austria y puso rumbo a Bulgaria.
El día 16 juró ante la asamblea en Tarnovo y el 23 entró en Sofia, entre la curiosidad, más que el entusiasmo, de sus habitantes.
[6] También se instaló un modernísimo ascensor eléctrico de la empresa Schindler que comunicaba la planta baja con el primer piso.
Hasta la Primera Guerra Mundial, el palacio fue el ejemplo a seguir para todos los edificios públicos y residenciales de la capital búlgara.
[10] En 1908, el príncipe Fernando I declaró la independencia de Bulgaria del Imperio otomano, que hasta entonces había sido su suzerano.
Aunque el palacio contaba con una capilla católica, la religión que profesaban tanto Fernando como su familia, en 1912, para la mayoría de edad de su hijo mayor y heredero, Boris, se decidió añadir una elaborada capilla ortodoxa, la religión mayoritaria en Bulgaria.
[12]Tal decisión le valió la excomunión por parte del papa León XIII.Tras la derrota en la Primera Guerra Mundial y la abdicación de Fernando, su hijo Boris III se convirtió en nuevo monarca búlgaro.
[14] Empezó entonces una progresiva depuración de los símbolos realistas del Palacio Real, mientras el niño-rey Simeón II y su familia permanecían en Vrana.
En 1949, tras la muerte de Dimitrov, se eliminó por completo la parte frontal (sur) del jardín, rebajándose el nivel dos metros y creando en su lugar una gran plaza destinada a los desfiles del régimen, la Plaza 9 de septiembre.