Los ostrogodos que se establecieron al este del río Dniéster,[1] en las tierras alrededor del mar Negro (lo que hoy es parte de la actual Ucrania y Bielorrusia), formaron una confederación con los pueblos de las estepas conocida como greutungos.
[1] Los greutungos estuvieron sometidos a los hunos desde 375, año en que vencieron al rey Hermanarico, hasta la batalla de Nedao, ocurrida en 454, cuando recobraron su independencia, y los ostrogodos, como pasaron a denominarse,[2] se establecieron como un pueblo federado de Roma.
Este pueblo fue finalmente asimilado en forma gradual por el Imperio, los lombardos y los francos.
La división de los godos se encuentra afirmada por vez primera en 291, donde aparecen mencionados los tervingios;[3] esta primera mención tuvo lugar en un elogio al emperador Maximiano (285–305), pronunciado en el año 291 o poco después (o quizá pronunciado en Tréveris el 20 de abril de 292)[4] y tradicionalmente atribuido a Claudio Mamertino,[5] que dice que los «tervingios, otra división de los godos» (Tervingios pars alia Gothorum) se unieron a los taifalos para atacar a los vándalos y a los gépidos.
[6] Las referencias contemporáneas a las tribus góticas usaban los términos Vesi, Austrogothi, Tervingi y Greuthungi.
La mayor parte de los estudiosos han concluido que los términos Vesi y Tervingi se empleaban ambos para referirse a una misma tribu particular, mientras que los términos Ostrogothi y Greuthungi servían para referirse a otra.
Herwig Wolfram indica que, mientras las fuentes primarias no mezclan los nombres de los pueblos, estas mencionan por un lado la pareja tervingios-greutungos y, por otro lado, la pareja vesi-ostrogodos y no en otra combinación, aunque ocasionalmente se enumeran los cuatro nombres como Gruthungi, Austrogothi, Tervingi, Visi.
Hay un gran debate erudito sobre la identificación de los vesi con los tervingios y los greutungos con los ostrogodos.
Que los tervingios fueran los visigodos y los greutungos los ostrogodos es algo que también indica Jordanes,[8] que identificó a los reyes visigodos desde Alarico I a Alarico II como los herederos del juez tervingio del siglo IV, Atanarico; y los reyes ostrogodos desde Teodorico el Grande a Teodato como los herederos del rey greutungo Hermanarico.
Las derrotas godas en época de Claudio II y Aureliano habrían hecho que los godos se escindieran,[9][10] Al este del Dniéster permanecieron los greutungos,[11] y en el Bajo Danubio los tervingios constituyeron junto con otros pueblos como los taifalos o sármatas,[12] una confederación de pueblos.
[15] Su historia escrita se inicia con la independencia del Imperio huno, tras la muerte de Atila.
Su relación con el Imperio de Occidente estuvo marcada por acercamientos y alejamientos que llegaron hasta algunas hostilidades.
Todo esto duró hasta que, como antes los visigodos, se mudaron de Oriente a Occidente.
En la península gobernaba Odoacro, quien antes había destronado al último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo en 476.
Las dos naciones, que se diferenciaban en sus costumbres, lengua y religión, habitaban una al lado de la otra en Italia.
El emperador bizantino Justiniano I siempre se había esforzado, en la medida de lo posible, por restaurar el poder imperial sobre la totalidad de la extensión del Mediterráneo y no dejó escapar esta ocasión para actuar.
En efecto, estos últimos eran extraños y parecían hostiles en opinión de la corte oriental.
En 545, cuando por fin pudo regresar a Italia, se encontró con una situación considerablemente cambiada: Erarico había sido asesinado y la facción pro-romana de la élite goda, derribada.
Este godo «nacionalista», brillante general, había recuperado toda la Italia del Norte y expulsado a los bizantinos fuera de Roma.
El general, avejentado, se vio así obligado a asegurar la defensa por sus propios medios.
En consecuencia, el lugar ocupado por los godos en la memoria española difiere del que ocupan en la memoria italiana: en Italia, los godos no fueron sino un invasor temporal, pronto suplantados por los lombardos, mientras que en Hispania supieron constituir un elemento importante de las naciones hispánicas en la Alta Edad Media.
En el este del mundo romano había dos grandes grupos de «godos balcánicos»:[17] los «godos panonios», encabezados por el greutungo Teodorico el Grande, y los «godos tracios», al mando del tervingio Teodorico Estrabón; al morir este último en 481 la mayoría de su gente se unieron a Teodorico[18] y contaban con 13 000 combatientes.
[22] Hay un debate si se deben considerar a estos invasores un pueblo o un ejército acompañado por un alto número de mujeres y niños, algo común en la época.