Octaviano Navarro

Contrató la inmigración de estudiantes extranjeros idóneos en agricultura, arte e industrias.Fomentó la minería, creó la sociedad de beneficencia, y en su época se editó el primer diario, El Ambato, cuyo principal redactor fue Fray Mamerto Esquiú.El presidente Derqui ordenó una intervención federal, que encargó al gobernador tucumano Salustiano Zavalía.Al estallar por segunda vez la guerra entre Buenos Aires y la Confederación, el presidente Derqui se trasladó a Córdoba a formar el segundo ejército, ya que el primero estaba listo en Entre Ríos.Navarro organizó las fuerzas con que debía someter a los santiagueños con elementos catamarqueños y un contingente tucumano.Según el testimonio del vencido Villafañe, el General Octaviano Navarro "no ha lanceado ni fusilado, ha sido humano y atento con sus prisioneros" pero "no mostró la misma tolerancia en lo que se refería a lograr fondos y alimentos para sus tropas".Al aproximarse las tropas nacionales, los Taboada evacuaron la capital y se dispusieron a ofrecer resistencia en el sur.Regresó a su provincia hacia 1866, aprovechando el caos político en que estaba envuelta desde la caída de los federales.En este caso, a diferencia de lo ocurrido con Peñaloza en La Rioja, predominaron las íntimas convicciones federales y personales del General Navarro, que se resolvieron expulsando a Felipe Varela del territorio nacional pero sin matarlo.Esta vez su salud era muy mala y se vio obligado a pedir varias licencias.Por esa razón su mandato duró sólo 37 meses, los 14 restantes gobernaron sus reemplazantes que fueron José Luis Cano, el presbítero Jacome Cardozo, Fidel Castro, Vicente Bascoy y Mardoque Molina.Construyó el edificio escolar en la calle San Martín 429 donde funciona actualmente el Consejo de Educación y la Biblioteca Provincial Julio Herrera.Por sus disputas con los hermanos Molina fundó la casa de crédito llamada Banco San Juan, aunque esta finalmente fracasó.El General Navarro no llegó a asumir, porque murió unos pocos días más tarde en su estancia El Suncho, en Aconquija.Sus últimas actuaciones habían sido la de intermediar entre el presidente Roca y el gobernador Joaquín Acuña, en la convulsión política desatada en Catamarca por la formación de un partido católico opuesto a los gobiernos nacional y provincial, partido liderado por el prestigioso Francisco Caracciolo Figueroa (Herrera Acuña).Esta desconfianza entre el presidente y el gobernador era hábilmente explotada por el católico Figueroa en sus cartas a Roca.Con posterioridad al fallecimiento del general Navarro, Tomás Chueca se instaló en la Ciudad de Tucumán en donde prosigue su descendencia.El sucesorio se diligenció rápidamente y las parcelas a adjudicarse estaban listas para ser sorteadas en 1923.De tal manera, la Estancia el Suncho de Aconquija quedó fraccionada en once lotes o estancias y sus superficies oscilaban aproximadamente entre cuatro y ocho mil hectáreas cada una, cuyos herederos eran en igual número hijos del General Navarro.Se realizó un sorteo para adjudicar las partes y de norte a sur podemos recordar las que corresponden al Lote número uno, “Laguna del Tesoro”, a la Señora María Ernestina Navarro Cano de Walter; el dos, “Esquina Grande,” a la Señora Ana Navarro Cano de Acuña; el tres, “Yunka Suma,” a la Señora María Waldina Cano de Chueca; el cuatro, “Las Chacras,” hoy “La Elsita,” al Señor Arturo José Navarro Cano; el cinco, “El Totoral,” al Doctor Octavio Navarro Cano; el seis, “Las Pampas,” a la Señora María Luisa Navarro Cano de Córdova Navarro; el siete, “Las Rosas,” al Señor Octaviano Augusto Navarro Cano y el ocho, que comprendía el casco e instalaciones de la Estancia "El Suncho de Aconquija", a la Señora María Delia Navarro Cano de Lobo; el nueve a la Sra.Domingo Faustino Sarmiento, que caminaba en sentido contrario con colaboradores suyos, se encontró con Navarro de frente.Serio y adusto de semblante, decían que "no sabía reír".Cuentan que una vez, en La Estancia El Suncho de Aconquija, domando un potro cerril, al bajarse del animal tenía en la mano derecha un remiendo de su pantalón que se había arrancado a sí mismo en la bellaqueada, sin darse cuenta.Quedando con el pedazo de trapo en la mano lo vieron esbozar una mueca que parecía una sonrisa.Refulgían los valiosos instrumentos musicales ante la desazón de los jefes y tropas tucumanos.En una oportunidad venía la banda tocando la marcha desde la Alameda, hoy Paseo General Navarro, hacia la plaza 25 de mayo.
Doña Waldina Cano Augier de Navarro, poderosa terrateniente, hija del gobernador José Luis Cano Valdés, y de Doña Bernardina Augier y Correa. Dama fundadora de la sociedad de Beneficencia de Catamarca 1856.