Una vez transportadas en procesión hasta Lima, la capital de Perú, el virrey García Hurtado de Mendoza ordenó que se cumpliera el mandato y la voluntad del Obispo Vitoria.
El sismo fue también percibido en Salta, donde causó grandes daños, aunque no tan graves como en Esteco.
La imagen fue llevada a la casa del alcalde Bernardo Diez Zambrano donde fue exhibida toda la noche y rodeada de orantes.
Al día siguiente, la imagen fue colocada en el exterior de la Iglesia Matriz, para que todos la pudieran venerar.
Los padres jesuitas recordaron la imagen enviada por Vitoria, entraron al templo y bajándola con mucha dificultad la acomodaron en andas que sirvieron para sacarla al atrio de la derruida iglesia, liberando del encierro la imagen luego de un siglo entero.
Las campanas llamaron a penitencia y la imagen fue sacada en procesión por los fieles salteños, con el ruego de que cesaran los temblores.
Al cesar los estremecimientos, el día 16 renació la calma y con ella se comenzó a hablar del «milagro».
[4] La provincia tiene declarado feriado provincial no laborable para estos tres días de celebración.
Hasta la llegada de Monseñor Roberto José Tavella las imágenes del Señor y Virgen del Milagro se encontraban siempre tapadas por una cortina que se corría los viernes y sábados respectivamente porque se consideraba que este culto no era cosa de todos los días.
Hoy se cuentan con dos réplicas exactas de las imágenes originales que recorren la provincia durante el tiempo del milagro.
Aproximadamente son 800 000[cita requerida] personas las que caminan hacia el milagro acompañados por la policía de la provincia, seguridad vial, defensa civil, municipios, organizaciones no gubernamentales y, en especial, personas particulares que junto a sus familias prestan servicios y ayuda durante la travesía de los caminantes.
Son constantes las historias vividas que se cuentan y comparten a través de las redes sociales.
Elaborarlas cada año obedece a una antigua tradición familiar que viene desde fines del siglo XIX hasta nuestros días.
días previos a la procesión y con la ayuda de voluntarios, se realizan las coronas en sus respectivos domicilios.
[19] También llamada cariñosamente «La Negrita», es la imagen primitiva donada por el obispo Vitoria para la ciudad de Córdoba, la que llegara flotando junto a la del Cristo.
Posteriormente, en 1934, la Santa Sede eleva a trono arzobispal la antigua diócesis de Córdoba y en 1937 se declara a la Santísima Virgen del Rosario del Milagro patrona principal de la arquidiócesis.