Señor de Sumalao

Cuando atravesaba el paraje denominado “Sumalao”, la mula que traía el bulto se desprendió de la tropa y fue encontrada en el mismo lugar anterior.

Ante la situación, y como ferviente creyente, Gabriel de Torres interpretó que la imagen quería quedarse en aquel lugar.

Como no pudieron continuar, los viajantes dejaron el cuadro en la Parroquia de Vilque.

Esto fue entendido e interpretado como una clara señal de que la imagen del Cristo quería quedarse en el sitio.

Tan pronto como los fieles captaron tal deseo, erigieron una capilla al lado del algarrobo donde se echó la empecinada mula y así comenzó una leyenda que dura hasta nuestros días.

Anualmente para la fecha, desde finales del siglo XVIII, misachicos y peregrinos convergen, desde distintos puntos, al santuario.

Este no se encuentra en una ciudad ni pueblo sino en un lugar aislado de toda otra edificación, siendo solamente un paraje casi despoblado y solitario.

[8]​ Estos improvisados puestos, ofrecen la más variadas comidas y bebidas típicas de la región que pueden degustarse en el lugar mientras dura la Fiesta.

La obra, que pudo ser pintada hacia 1764,[9]​ reproduce la imagen del Cristo venerado en las ferias peruanas de Vilque.

Se intentó restaurarlo pero la gente no permitió que el cuadro saliera de su lugar.

Por esa razón, en la década pasada, se le puso vidrio, y un marco más grande de madera tallada.

La gente entra y sale del templo; se apiña en el "velero" de mil luces que tiemblan durante toda la noche.

Para finalizar y cerrando la Fiesta Grande, el tercer día (día domingo) a las 10:30 se realiza la misa solemne la que anualmente es presidida por el arzobispo de Salta, con la posterior realización de la tradicional procesión con la imagen cuzqueña.

Procesión del Señor de Sumalao.
Iglesia de Sumalao.