Su actual estructura data de las construcciones realizadas entre 1857 y 1861,[1] y es la tercera que se levanta en el mismo terrenos, ya que las dos anteriores fueron arrasadas por las aguas del arroyo La Cañada, que inundaba periódicamente la joven ciudad, y databan del siglo XVII.
En su construcción se destacan claramente las cuatro torres, cuyas cúpulas están revestidas con finos azulejos donados por Justo José de Urquiza, quien organizó constitucionalmente el país en 1853.
Hasta principios del siglo XX, el templo estuvo pintado de blanco, pero luego se cambió por la tonalidad que hoy presenta.
[2] Ya dentro del edificio, se destaca la forma de cruz latina con que fue construido.
En el altar pueden apreciarse las figuras de Cristo crucificado, Santo Domingo y San Francisco, como así también los escudos de las familias acaudaladas que contribuyeron para concretar la construcción del templo.