Matías Rivero

Al organizarse la defensa de Montevideo, fue designado teniente coronel y jefe del Batallón "Libertad", el que en 1844 fue refundido en otros cuerpos, en enero de 1843, permaneciendo en aquel puesto hasta fines del año siguiente, en que pasó a formar parte del ejército que el general Paz organizaba en el campamento de Villanueva, cercano a Mercedes, provincia de Corrientes.

Poco después de esta fecha fue que marchó a Corrientes.

La brigada del coronel Rivero fue la única fuerza del centro de aquel ejército que combatió vigorosamente contra la bizoña infantería rosista pues las tropas imperiales no intervinieron sino en una fase de la lucha allí empeñada.

Hizo causa común con el coronel Hilario Lagos cuando este se pronunció el 1 de diciembre contra el gobierno separatista porteño.

Establecido el sitio de Buenos Aires el día 6, en la mañana del día siguiente, el coronel Rivero penetró con una pequeña fuerza de caballería hasta la plaza del Retiro (actual Plaza General San Martín), intimándoles a los oficiales del Batallón 1.º de Línea (ex-Batallón Federación), acuartelados en aquel punto, obedeciesen sus órdenes, pues que el Parque y otros lugares se habían ya sometido al coronel Lagos; la actitud y firmeza del comandante Conesa y otros oficiales del Batallón 1.º de Línea, que resistieron enérgicamente disponiéndose a emplear las armas para escarmentar al coronel Rivero, anuló el propósito de este.

Tal actitud salvó la plaza del Retiro, evitando que cayese en manos de los rebeldes.

Ante estas novedades, concurrió el coronel Bartolomé Mitre, comandante Pastor Obligado y mayor Estanislao del Campo, con algunas fuerzas, y entrando a la plaza del Retiro por la calle Perú, entablaron una fuerte guerrilla con la tropa del coronel Rivero, disparando un tiro a metralla sobre ésta, que huyó en todas direcciones.

Muerto el coronel Rivero, asumió el comando de su Brigada el coronel santafesino José Ramón Esquivel, que continuó conduciendo las fuerzas a sus órdenes con la bizarría con la cual habían entrado en fuego.

Esto originó un violento cambio de palabras entre Rivero y Sosa, que se desafiaron y se trasladaron inmediatamente a la llamada "Casa de Gutiérrez", que hacía cruz con la quinta de Andión, donde se dejaron caer de sus caballos y se trabaron en un crudo y encarnizado combate, en el que recibió Rivero un tremendo hachazo en la cara; lo que no impidió, sin embargo (ambos fueron arrestados por orden de Paz), que el 9 del mes siguiente se le viese a Rivero cargar el ataúd que contenía el cadáver de Sosa, muerto el día anterior, y conducirlo bañándolo en lágrimas, desde la casa de Sosa, situada en la línea interior frente al portón de Labandera, hasta el Cementerio, sin permitir que nadie lo relevase.