En el caso de que Rosas declarara la guerra esta alianza se volvería en su contra.
En Corrientes, el general Virasoro, a instancias de Urquiza, unos meses antes había comenzado la primera concentración del Ejército Correntino en San Roque.
Ignacio Oribe se decidió por retirarse cruzando el río rápidamente, dejando en poder de Urquiza unos 6000 caballos, carretas, bueyes y equipos.
El general Ignacio Oribe estaba al mando de tan sólo 600 infantes, 800 jinetes y 7 piezas.
Los hermanos Oribe se reunieron en el arroyo de la Virgen, aunque sin proseguir con acciones ofensivas.
Urquiza prosiguió su avance en septiembre, sin presentar combate alguno, aunque prevenido, por no contar con infantería ni artillería, las cuales en el ejército de Oribe eran su fuerte.
Grande fue la desazón del general Oribe, al serle denegada esa solicitud, aduciendo neutralidad estas potencias europeas en este conflicto.
Oribe, por medio de emisarios había comenzado a realizar conversaciones con el general Urquiza, las cuales fueron satisfactorias.
En Las Piedras, la vanguardia de Urquiza sostuvo un pequeño tiroteo con los infantes porteños en las escabrosidades del terreno.
Manuel Oribe, quedó prácticamente solo, defendido únicamente por las fuerzas porteñas (éstas no tenían instrucciones adecuadas sobre lo que tenían que hacer), al verse rodeado por tierra y por agua y sabiendo que estaba próxima la llegada de las fuerzas brasileñas, dispuso entenderse directamente con Urquiza y se rindió al día siguiente, el 8 de octubre.
De modo que Urquiza y Oribe firmaron un pacto llamado la Convención del Pantanoso.
Éste nunca llegó a asumir la prometida presidencia, ya que falleció poco después.
Durante su ausencia, el coronel Hilario Lagos había salido de Entre Ríos con las tropas que allí tenía Rosas.
En la madrugada del 16 de diciembre, ingresó al río Paraná Guazú los primeros tres batallones (1198 infantes) pertenecientes a la 1.ª División auxiliar brasileña, al mando del brigadier Manuel Marques de Sousa, la cual había sido embarcada dividida en dos secciones en Colonia.
La escuadra brasileña, comandada por el almirante Grenfell, fue atacada por las baterías porteñas, al mando del brigadier Lucio Norberto Mansilla (cuñado de Rosas), apostadas en las barrancas de Acevedo, a orillas del río Paraná.
Superado este inconveniente, la escuadra brasileña paso junto a Rosario sin ser molestadas por las fuerzas allí apostadas, para proseguir río arriba hasta Diamante.
De este punto habían cruzado el Paraná los generales Ramírez, en 1821, y Lavalle, en 1840.
También el caudillo entrerriano estaba al tanto de la situación que se suscitó en la capital santafesina.
Acto seguido el coronel Fabre se retiró con su escolta al Monte de los Padres y dio orden al mayor Comas para que saliese de la capital con su batallón a reunirse con el general Echagüe.
A la madrugada, el comandante Hernández se encontraba en la isla frente a Colastiné (donde se ubicaba una guardia avanzada del enemigo), en donde debió esperar las armas, municiones y monturas que el coronel Francia le envió en lanchones.
Posteriormente, ese mismo día, el coronel Francia ingresó a la capital santafesina con 600 infantes cívicos de Paraná.
Una bajante significativa del río producida por una temporada de sequía favoreció el cruce.
Echagüe y Santa Coloma pudieron fugar a Buenos Aires dando un gran rodeo por la pampa santafesino-cordobesa, mientras las deserciones de sus fuerzas aumentaba sin cesar.
La provincia de Santa Fe había sido tomada tan pacíficamente como el Uruguay.
Allí el general Urquiza encontró una enorme acogida por parte de la población y del nuevo gobernador.
Toda su estrategia se resumía en terminar la guerra en una gran batalla campal en las puertas de Buenos Aires.
El coronel Aquino, un oficial veterano unitario, mandaba la División de Caballería 3° (o regimiento 3°), unidad perteneciente al Cuerpo de Ejército Buenos Aires, el antiguo Cuerpo del ejército del general Rosas que Urquiza había tomado en Montevideo.
Sin embargo el coronel Aquino hizo caso omiso a esas advertencias y preparó su propio fin.
Asimismo resultaron degollados el segundo jefe, teniente coronel Aguilar y otros oficiales.
El coronel Manuel Hornos recibió la orden de Urquiza para perseguir a los hombres del mayor Aguilera con su regimiento.