Los Pinzón, del siglo XV, fueron una familia de posible origen aragonés que llegaría a Andalucía procedente de Asturias,[4][5] siendo su apellido, según algunos, deformación del término Espinzas o Pinzas.
Martín Alonso nació en Palos de la Frontera[3] y ya, desde niño, navegó en las carabelas palermas como grumete.
[1] Vivía en una casa situada en el antiguo camino real a la Rábida,[9][1] y contrajo matrimonio con María Álvarez.
[11] Enviudó de esta primera esposa y posteriormente aparece en documentos que convivía con Catalina Alonso,[12] probablemente se casó con ella.
[3] Su experiencia náutica y audacia le proporcionaron buenos rendimientos en sus viajes de cabotaje, llegando a tener una holgada situación económica.
[13] Tuvo embarcaciones propias en las cuales se enrolaban los marinos de toda la comarca.
Los marinos palermos no estaban dispuestos a embarcarse en aquella aventura con un desconocido sin prestigio.
Pinzón, como se ha comentado antes, había llegado a tener una privilegiada situación económica, gracias a sus destacadas cualidades náuticas, realizando numerosos viajes y armadas que le reportaban beneficios considerables.
En los Pleitos colombinos, el testigo onubense Alonso Gallego recordaba haber oído decir a Colón: Motivado por lo que fuera, la realidad es que, cuando Martín Alonso decide unirse a la empresa, realiza una destacada labor de apoyo en favor de la expedición.
Martín Alonso asumió el mando de La Pinta, llevando consigo a su hermano Francisco como maestre.
Colón anotó en su diario, en varias ocasiones,[33][34] palabras elogiosas hacia el mayor de los Pinzón al comprobar sus cualidades y eficacia ante los problemas que iban surgiendo.
En el siguiente conato de motín, esta vez más serio, del 9 y 10 de octubre,[39] cuando todos los cálculos del ligur habían fallado, los Pinzón solo consiguieron calmar a la tripulación poniendo una condición: navegarían siguiendo el mismo rumbo solo tres días más;[37] si pasado ese tiempo no divisaban tierra, retornarían a España.