Ius imaginum

Durante el funeral, los antepasados eran representados por actores que se vestían de forma correspondiente a su rango y cubrían su rostro con la imago (en plural imagines).

[2]​ Eran inicialmente máscaras de cera coloreada, que mantenían los rasgos reales del rostro del difunto,[3]​ y posteriormente se realizaron como esculturas en materiales duros: bronce y mármol.

Posteriormente se extendió a las familias descendientes de un ancestro conocido, que hubiera alcanzado una magistratura curul.

Magistratura, nobilitas y retrato estaban indisolublemente unidos, como testimonia un discurso de Cayo Mario en el que se queja del desprecio de los patricios por no tener "imágenes" y ser la suya una "nobleza nueva".

Hacia el año 100 a. C. los retratos realistas se independizaron del contexto funerario, apareciendo como un género por sí mismo, protagonizado por efigies de personas vivas, incluso en la acuñación de moneda.

El Togato Barberini , estatua de un patricio romano que muestra orgulloso los retratos de sus antepasados.
Mármol romano del siglo I a. C.