Leviatán, o La materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil (en el original en inglés: Leviathan, or The Matter, Forme and Power of a Common-Wealth Ecclesiasticall and Civil), comúnmente llamado Leviatán, es el libro más conocido del filósofo político inglés Thomas Hobbes.
No hay sobre la Tierra quien se le parezca, animal hecho exento de temor.
En él, una figura gigante coronada emerge del paisaje, sosteniendo una espada y un báculo, bajo una cita del Libro de Job: Non est potestas Super Terram quae Comparetur ei.
(Debido a desacuerdos sobre la ubicación exacta de los capítulos y versículos, que fueron divididos en la Alta Edad Media, el versículo citado por Hobbes generalmente se identifica como Job 41:33 en las traducciones modernas cristianas al inglés, Job 41:25 en el texto masorético, la Septuaginta y la Biblia de Lutero; y Job 41:24 en la Vulgata).
El bien y el mal no son más que términos utilizados para denotar los apetitos y deseos de un individuo, mientras que estos apetitos y deseos no son más que la tendencia a moverse hacia o lejos de un objeto.
Hobbes sugiere que la teología política dominante de la época, el escolasticismo, prospera en definiciones confusas de palabras cotidianas, como «sustancia incorpórea», que para él es una contradicción en los términos.
Sin embargo, Hobbes afirma que sí existe un summum malum o mal supremo: el miedo a una muerte violenta.
Hobbes desarrolla su idea del contrato o pacto social, desarrollado por los hombres como garantía de la seguridad individual y como forma de poner fin a los conflictos que, por naturaleza, generan estos intereses individuales.
Sin embargo, al existir una cesión voluntaria de poder, se contemplaba un caso en el que los individuos podrían rebelarse contra el soberano: cuando este causara perjuicios a su integridad corporal o a su libertad física, o sea, si el soberano no cumplía su parte del contrato social (defender la libertad de los individuos asegurando la paz) el pacto quedaba roto inmediatamente.
El pensamiento de Hobbes deja un margen muy estrecho al libre albedrío y a la libertad individual.
Hobbes admite tres tipos de Estado: la monarquía, la aristocracia y la democracia.
Para Hobbes, el más práctico es la monarquía; ya que la diferencia entre estos tipos de gobierno no consiste en la diferencia del poder, sino en la conveniencia o aptitud de asegurar la paz y la seguridad del pueblo; al fin y al cabo, es el motivo por el cual se instituyen.
Hobbes considera la realidad política en la que vive y desarrolla una serie de explicaciones para la sucesión paterno filial; si falta la denotación expresa de un heredero por parte del monarca, se seguirá la tradición.
Si alguna persona reclama que lo sobrenatural es superior a lo civil, entonces habría caos, y el deseo principal de Hobbes es evitarlo.
Como en la actualidad ver un milagro es algo poco probable, se considera a la Biblia como única fuente verdadera de fe.
Para Hobbes, es un manifiesto de que nadie puede saber cuál es la palabra de Dios (aunque los cristianos la crean) al menos que Dios se lo haya dicho personalmente.
Discute los Diez Mandamientos, y se pregunta quién los dio para que tengan fuerza de ley.
No hay duda de que la ley la dio Dios mismo, pero éstos ni obligan ni son ley para aquellos que no lo reconozcan como acto del poder soberano.
No obstante, y con el fin de evitar eventuales represalias y censuras eclesiásticas, en el apéndice con que concluye Leviatán intentó atemperar sus posiciones recurriendo para ello al examen de la jurisprudencia sobre la herejía.