Finalmente, Leonor y Guillermo apelaron a la Virgen María con un rezo profundo, prometiendo criar a Ana como un niño de María si ella sobreviviera.
Finalmente Ana sanó, y Leonor y Guillermo hablaron sobre la intervención de María en la curación de su hija y la promesa que habían hecho.
Desde entonces, Leonor educó y dirigió a Ana Catalina en el culto de devoción a María.
En todo momento, Ana Catalina mostró un sentido constante de piedad.
Era viuda desde 1587 y una de las últimas hijas de Fernando I y Ana sobrevivientes hasta entonces.