Idioma judeoespañol

El ladino, aunque procedente del castellano medieval, presenta también rasgos en diferentes proporciones de otras lenguas peninsulares y mediterráneas.

[cita requerida] Al no haber sido nunca armonizada por una programación lingüística, es objeto de controversias, comenzando por su denominación.

En el caso de la variedad haquetía, hablada principalmente en Marruecos, se observa una influencia muy fuerte del árabe.

La mayoría de los sefardíes optaron por el exilio, y casi todos ellos fueron recibidos en el Imperio otomano por el sultán Bayaceto II.

[1]​ Durante siglos se produjo una abundante tradición oral en judeoespañol, así como una importante obra literaria.

Entre los siglos XVIII y principios del XIX la instrucción de los niños consistía en varias etapas, la maëstra (educación preescolar), la Thalmud-Thora (escuela primaria) en la que el señor haham (profesor) estaba a cargo de hasta 60 alumnos; la enseñanza se realizaba mientras todos estaban sentados en el suelo formando un círculo (haboura) alrededor del profesor.

Ya en las clases superiores comenzaban a aprender sobre el Talmud, la escritura curiva judeo-española o soletreo y aritmética.

El universo sefardí se secularizó, aumentaron las migraciones y la formación académica en otras lenguas, principalmente en francés y alemán, con lo que muchos relegaron el idioma original al ámbito familiar o lo abandonaron definitivamente.

Hasta principios del siglo XIX las comunidades sefarditas habían logrado mantener la lengua gracias a la educación las mismas comunidades proveían centrada en estudios talmúdicos en hebreo y judeoespañol, esto comenzó a cambiar cuando llegaron diversas asociaciones como la Alliance Israélite Universal, la Jewish Colonization Association y la Anglo Jews Association,[4]​ cuyas lenguas de instrucción eran lenguas dominantes europeas y cuyos contenidos se centraban en tópicos más acorde a las necesidades del mundo industrializado, tales como geografía, fisiología, higiene, zoología, botánica, mineralogía, física, química, aritmética; cálculo comercial, monedas, pesos y medidas; reglas de interés, de cambio, etc.; caligrafía, dibujo, geometría y álgebra.

Para 1889 el Bulletin Annuel tenía registros de hasta 700.000 francos gastados al año en enseñanza para los judíos de oriente, se llegó a afirmar que años después al menos 100.000 judíos otomanos, tanto hombres como mujeres, conocían el francés tan bien como el turco.

David Rousso abogado judeo-español en Estambul, da un recuento de los periódicos en lengua judeoespañola publicados en ciudades otomanas en una carta enviada a Ángel Pulido en 1904: He aquí los nombres de los principales periódicos en lengua judeo española que se publican en el pais (Turquía).

[6]​ A finales del siglo XIX se producen los primeros reencuentros con el castellano de España, sobre todo en Marruecos, donde la lengua de los sefardíes adquiere muchos rasgos del castellano moderno debido a la colonización.

Ejemplos de palabras francesas en el ladino actual: merci muncho (muchas gracias), depasar, profitar, etc.

Asimismo se intentó que los sefardíes pudieran recuperar la ciudadanía española, sobre todo para ampararlos del desorden y las luchas que se estaban dando en los Balcanes, dada la progresiva desintegración territorial del Imperio otomano.

[8]​ editada por la Autoridad Nasionala del Ladino y una emisión semanal de radio en la emisora Kol Israel.

Está, incluso, muy influido por el castellano estándar, del que se ha tomado numeroso vocabulario para sustituir los préstamos turcos, franceses y eslavos.

Actualmente varias casas editoriales, sobre todo españolas, editan libros escritos en lengua judeoespañola.

Gad Nasí publicó recientemente su obra editorial En tierras ajenas yo me vo murir: una excelente recopilación de cuentos y testimonios en lengua judeoespañola.

Libros tanto judíos como de la fe cristiana han sido escritos o traducidos en ladino por eruditos como Frantz S. Peretz.

Asimismo escritores como Moshe Shaul y Avner Peretz han publicado una gran colección de artículos en judeoespañol.

Sin embargo, algunas comunidades todavía lo escriben aljamiado con el alfabeto hebreo del tipo rashi (se dice aljamiado en ladino por razones históricas a pesar de que no sea el alfabeto árabe), práctica que era muy común y posiblemente universal hasta el siglo XIX.

Los alfabetos griego, cirílico y árabe (aljamía), que se emplearon en el pasado para el judeoespañol, hoy día están en desuso.

Los siguientes caracteres suelen encontrarse en las publicaciones turcas en judeoespañol: La Autoridad Nasionala del Ladino promueve la utilización de otro alfabeto.

El autor Enrique Saporta y Beja aplica intensivamente este tipo de ortografía en sus publicaciones, alegando su alta similitud con el español.

Cohá es un nombre, deformado por la pronunciación sefardí, del célebre personaje ficticio turco Nasretdetin Hoca (El Maestro Nasrettin).

Generalmente se le ilustra como un anciano con un turbante enorme, montado sobre un asno pequeño, que nunca obedece.

Talmud-torá, escuela hebrea de primeras letras.
La escritura rashí , originalmente usada para escribir el idioma