Para ello en esa época no servía la letra Z, porque za, zo y zu tenían un sonido distinto, más suave.
El origen del signo es una z que en la escritura visigótica llevaba encima una c pequeña en forma de copete (técnicamente llamada virgulilla).
Con el tiempo, en la escritura el copete tomó cada vez mayor cuerpo, mientras que la z se empequeñecía, llegando finalmente a convertirse en la virgulilla a modo de coma que se coloca debajo de la c para convertirla en cedilla.
A fines de la misma época en los escritos ya comenzaba a ser reemplazada por z, c o s.[cita requerida] He aquí un ejemplo en el escrito de Baltasar Gracián: «El mayor sabio juega tal vez desta pieça, y ai tales ocasiones, que el mejor saber consiste en mostrar no saber».
Los nombres geográficos como Torremanzanas (La Torre de les Maçanes) o Curazao (Curaçao) pueden conservar la ç originaria, siendo pronunciada como s. La grafía hispanizada es Curazao, al igual que Azores (en portugués: Açores) o Alenzón (en francés: Alençon).
A raíz de la última gran transformación fonológica del español, culminada hacia los siglos xvi y xvii, la diferencia entre esos dos fonemas desapareció, con la pérdida de la sonoridad como rasgo relevante en fricativas y africadas.
[6] La cedilla (ç) se podría leer en las cuatro principales variedades lingüísticas del dialecto andaluz, representando el ceceo, el seseo, el Heheo o Jejeo y la distinción.