Sin embargo, La Araucana se distinguió entre estos libros como la primera obra de literatura culta, dedicada al tema con claras ambiciones artísticas.
[4] Ercilla cuenta que exploró la zona por varios días y contó con la hospitalidad de los habitantes del archipiélago.
La expedición a Llanquihue y Chiloé ha sido varias veces considerado un pasaje verídico del poema, como por ejemplo en la biografía de Ercilla hecha por José Toribio Medina.
[5] Estos percances judiciales son aludidos en el poema, en el Canto XII de la Primera Parte, y vuelven a ser mencionados, al pasar, en dos octavas que no entran en mayores detalles en el Canto XXXVI, que está principalmente dedicado a la travesía de Ercilla como explorador.
La Araucana es también una de las primeras fuentes españolas que atribuye a los mapuches una organización política.
Esta organización habría estado estructurada en diferentes niveles, con unidades políticas locales (levo, rewe), sobre las que se establecían provincias (o ayllarewe), que se articulaban a su vez en confederaciones o grandes alianzas, de las que hay otros ejemplos, aunque remotos, en culturas indígenas de América, como la Confederación Iroquesa (o irinakhoiw, «real unión»).
Para Zavala y Dillehay, acorde con la cosmovisión mapuche basada en cuatriparticiones, después rescatada por la etnografía, en torno a la Cordillera de Nahuelbuta había cuatro grandes componentes de organización asociados a diversas cuencas hídricas: Arauco, Tucapel, Mareguano-Catiray y Purén-Lumaco:[7] De manera que las reconstrucciones actuales son relativamente más consistentes con lo descrito en La Araucana, aunque no se asuma su versión literal o linealmente, que con la idea de unas sociedades simples, atomizadas y desarticuladas que propusieron autores decimonónicos como Barros Arana.
Tras esto, entre los españoles se impuso la la llamada "guerra defensiva"; el esclavismo contra los mapuches (autorizado por Felipe III en 1608 y que fue ley durante casi todo el siglo XVII); el establecimiento de una frontera fortificada cuidada por un ejército permanente pagado por la corona (no por milicias o huestes de ocasión); hostilidades y paces intermitentes marcadas por batidas, rebeliones generales e incursiones de ambos bandos; y la realización periódica de "parlamentos" en que las autoridades españolas repartían bienes, ganado y dádivas a los jefes mapuches como una suerte de tributo para mantener la paz.
Tras La Araucana, surgieron obras sobre temas americanos que imitaban su estilo poético: Arauco domado (1596), La Argentina (1602) y Purén indómito (siglo XVII), entre otras.
Los autores optaron por trasladar temáticas del Renacimiento europeo al exótico escenario americano.
Sin embargo, la trama guerrera se le hace demasiado monótona al poeta, como ya lamenta el propio Ercilla en el canto XX: Debido a esto, también se insertan sucesos fantásticos, como el de un hechicero que eleva al narrador en un vuelo sobre la Tierra, permitiéndole ver acontecimientos que suceden en Europa y Oriente Medio, como la batalla de Lepanto.
El texto es la narración inscrita dentro un tema bélico, usando un métrica y lenguaje poético, es decir un poema épico.
A su vez dos Orlandos eran deudores de la Divina Comedia de Dante (primeras décadas del siglo XIV), que había creado el poema épico culto, trabajando con una temática simbólica, moral, filosófica y teológica.
Ercilla mismo había viajado a Italia como paje del futuro rey Felipe II, durante la gira denominada "el felicísimo viaje", pasando por Génova, Milán, Mantua y Trieste entre 1548 y 1549,[5] lo que le habría dado una especial ocasión para familiarizarse con los poemas del Canon de Ferrara y el resto de los autores del Renacimiento italiano en su propio idioma.
Allí Ercilla, si seguía siendo parte del grupo, pudo ver como el príncipe era obsequiado con "representaciones teatrales basadas sobre escenas del Ariosto", aunque no se tiene certeza de que hubiese "seguido paso a paso el intinerario".
La obra es, en el discurso de Ercilla, una reivindicación del valor desplegado por los soldados españoles en una guerra lejana y olvidada.
Sin embargo, entre otros, el historiador estadounidense David Quint cree que el texto tiene como motivación oculta la reivindicación de la figura del indígena.
[11] Sin embargo también se suele interpretar esta valoración del indígena como una forma indirecta de autovaloración del español que lo vence,[12]que es una idea a lo que hace alusión Ercilla ya en la segunda estrofa del Canto I: En este extremo respeto hacia el otro bando, Ercilla también continúa la práctica del Orlando furioso de tributar valoración a los guerreros "sarracenos", que incluso ha sido interpretada como un cierto nivel de maurofilia (admiración por lo árabe) en la pluma de Ludovico Ariosto.