A pesar de confiar en las fuerzas armadas para llevar adelante su proyecto, las ideas de la JUP no tuvieron eco en la dictadura cívico-militar instalada al año siguiente, que finalmente la disolvería.
[4] Por lo tanto, estos jóvenes reunían una visión anticomunista y un apego a las corrientes tradicionales de Uruguay.
De notable apoyo en las localidades del interior, varios miembros de los movimientos regionales luego se plegarían a la JUP en cuanto la misma fuera elevada a nivel nacional.
[7] Manini asumiría posteriormente el rol de coordinador nacional del movimiento.
Varios políticos de derecha que habían visto reducida su influencia en el ámbito partidario, tales como Alberto Gallinal o Eduardo J. Corso, se mostrarían favorables a la JUP y tomarían parte en sus actos.
[8] La participación de tales figuras ayudó a legitimar rápidamente a la JUP en los círculos conservadores, en los que se presentaba como el grupo de "jóvenes sanos y no contaminados" que resistían al avance del comunismo en sus generaciones etarias.
Tales actos mantenían una impronta tradicional y eran comúnmente celebrados en las plazas principales de las localidades del interior, donde los militantes desfilaban con banderas cantando el himno del movimiento, acompañados usualmente por caravanas de tractores o caballos, realizaban ofrendas florales en monumentos patrióticos y pronunciaban discursos desde estrados improvisados, donde cantaban el himno nacional a modo de marcha militar.
Además de presionar por la creación de la Universidad del Norte, la JUP apoyó la intervención a la enseñanza media en 1970 y, luego del fin de la misma por órdenes parlamentarias al año siguiente, señaló oficialmente que "Todo el gobierno ha entregado la Educación Secundaria al control comunista.
Una publicación jupista afirmaba a fines de 1973:[11]Yo deseo para esa juventud estudio, trabajo y deber; muchas camisas azules y la "cara al sol" saludando a su bandera nacional.La JUP adoptaría un carácter marcadamente violento para combatir contra los movimientos de izquierda, imagen que ha mantenido en el imaginario popular a día de hoy.
[11] En su lucha contra los "traidores" y "apátridas", la JUP inspiraría a varios otros movimientos de extrema derecha que realizarían actividades violentas en el mismo contexto, tal como el grupo estudiantil "Siempre Bauzá", notable por sus intervenciones armadas en liceos públicos.