La Fayette, pronto seguido por la Asamblea, redactó y defendió una comunicación pública del supuesto secuestro del rey, y no hizo circular la Declaración a todos los franceses redactada por Luis XVI para explicar su salida de París.
Para colmo, la reina María Antonieta exigió llevar a su peluquero, Leónard, siendo que otro error de Choiseil fue encargar a este individuo inexperto importantes instrucciones sobre horas y lugares para esperar tropas leales, que les escoltaran durante el trayecto de casi cien kilómetros hasta la fortaleza francesa de Montmédy.
A las 00.10 horas del día 21 los reyes y su comitiva abandonaron las Tullerías, no en grupo sino uno por uno, disfrazados.
Luis XVI dejó en su cama la Declaración a todos los franceses, un documento de 16 páginas en el exponía su visión política.
A lo largo del día 21 los fugitivos siguieron su camino pero hacia las 10 horas fueron reconocidos por un posadero, Picard, en el pueblo de Viels-Maisons.
No obstante, a las 16 horas los húsares dirigidos por el duque de Choiseul y apostados en Somme-Vesle deben replegarse a Varennes-en-Argonne tras ser amenazados por el vecindario armado, sin poder ya esperar al rey.
Sauce lanza la alerta en Varennes y nota la llegada de los fugitivos, a quienes ordena bajar del carruaje y los lleva a su domicilio particular, adonde llama al juez Destez -quien había visto al monarca en Versalles.
Desde ese momento, Barnave se convirtió en consejero y partidario de la familia real.
Luis XVI y María Antonieta fingen ir a dormir, siguiendo la ceremonia tradicional.
La Fayette y Romeuf acuden a las Tullerías para hacer su habitual visita de cortesía.
[4] Las doncellas de María Antonieta, las señoras Brunier y Neuville, se unen a la expedición en Claye-Souilly.
A lo largo del texto, el rey critica la influencia creciente del grupo político de los Jacobinos sobre la sociedad francesa y expresa su voluntad de tener un poder ejecutivo fuerte y autónomo respecto a la Asamblea.
A la salida de la ciudad, los caballos caen en dos ocasiones, lo que genera aún más retraso.
Después irá hasta Châlons-en-Champagne para informar que el rey y la familia real ya habían pasado.
Perseguirá al rey tan pronto como haya sido designado por la comuna, un poco más tarde.
Se reanuda la fuga, la berlina real abandona Sainte-Ménéhould para dirigirse hacia Clermont-en-Argonne, donde les espera el regimiento del coronel Charles César de Damas.
La berlina se para a la entrada de Varennes-en-Argonne, mientras un postillón busca el lugar del relevo.
Poco tiempo después, llegan Bayon y Romeuf desde la capital con la orden de detener a la familia real.
Los húsares ubicados en el convento de los Cordeleros pactan con los habitantes y terminan por irse.
A los oficiales militares que fracasaron en esta fuga, sólo les queda la posibilidad de emigrar para evitar las sanciones.
La familia llega a Châlons-en-Champagne y pasa la noche en el hotel de la Intendencia.
El cortejo real abandona Châlons-en-Champagne después de haber asistido a una misa, que será interrumpida.
Los tres diputados de la Asamblea Nacional, acompañados por el coronel Mathieu Dumas, se unen a la familia real en Boursault, pueblo situado entre Épernay y Dormans.
El mismo día en la capital, una petición firmada por unas 30.000 personas pide también la proclamación de la República.
La familia real abandona Meaux mientras que, al amanecer, centenares de parisinos convergen hacia esta misma ciudad para encontrar los fugitivos.
La ciudad está inundada de panfletos violentos e injuriosos contra el rey y la reina.
Los primeros parisinos que salieron de la ciudad al amanecer se encuentran con la berlina en Villeparisis.
La Asamblea Nacional provisional suspendió al rey en sus funciones y mantuvo a la pareja real bajo custodia.
Para los aún monárquicos moderados, ya no era posible pretender que la Revolución se había realizado con el consentimiento del rey.
Algunos republicanos exigieron su deposición y encarcelamiento, otros su juicio por traición a la patria en favor de los enemigos extranjeros del pueblo francés.