Debido a lo anteriormente expuesto, «historia natural» y «ciencias naturales» son por lo tanto términos cuya definición y diferenciación son problemáticas, en tanto que a veces abordan las mismas disciplinas, aunque de manera diferente.
Tanto es así que en el siglo XX la historia natural como disciplina autónoma tradicional ya había sido definitivamente superada por la práctica de las disciplinas que son la biología y la geología, para un estudio más pormenorizado de los objetos a los que siempre se había dedicado la «historia natural»: los organismos tanto vivos como fósiles por un lado, y los minerales y las rocas por otro lado.
Sometida a ese mismo proceso propio del siglo XIX, la tradicional cosmología también en el siglo XX pasó a dividirse en disciplinas más especializadas como son por ejemplo la astronomía moderna y el origen y la historia del universo.
El término historia natural abarca varias disciplinas actuales: biología, geología, zoología, botánica, medicina, pero también paleontología, astronomía, física y química, entre otras.
[11] Su estudiante Ibn al-Baitar escribió una enciclopedia farmacéutica describiendo 1400 plantas, de las que 300 eran descubrimientos propios.
Importantes contribuidores a este campo fueron también Valerius Cordus, Conrad von Gesner (Historiae animalium), Frederik Ruysch y Caspar Bauhin.
En la Europa moderna, se establecieron como nuevas disciplinas profesionales independientes la fisiología, botánica, zoología, geología y paleontología.
En la Escocia victoriana, se creía que el estudio de la historia natural servía para tener un buen estado mental.
El término historia natural, en solitario, o en ocasiones asociado a la arqueología o a la paleontología, forma parte del nombre de muchas asociaciones nacionales, regionales y locales que se encargan del registro de aves, mamíferos, insectos, y plantas.