La scala naturae («escala natural»), cadena de los seres o gran cadena del ser es una estructura jerárquica de toda materia y vida, que el cristianismo medieval pensaba había sido decretada por Dios.
En contraposición a la postura descendente de Platón, Aristóteles constituyó un proceso ascendente progresivo, hasta llegar al humano.
No obstante, se trata todavía de una conceptualización muy vaga de la idea, que no llegará a sistematizarse hasta el Renacimiento, cuando empieza a proliferar el interés por las formas intermedias entre animales y plantas.
La obra de Leibniz y sus trabajos sobre el cálculo infinitesimal darán un nuevo impulso a la idea, que se resume en la célebre frase «La naturaleza no hace saltos».
Así, la creencia en la scala naturae se hace común a la mayoría de los naturalistas, como Buffon o Linneo, si bien es Charles Bonnet quien lleva más lejos esta convicción.