La fértil zona del Mediterráneo oriental vio nacer el Neolítico en occidente y crecer las primeras civilizaciones.
La expansión se retrasó hasta que fueron capaces de construir barcos apropiados para cruzar el mar, al tiempo que se desarrollaban las sociedades en Chipre y otras islas, y en Creta florecía la civilización minoica.
También se desarrolló la civilización griega en el extremo noreste de mediterráneo en los territorios que hoy ocupa Grecia en las costas de Asia Menor (Turquía) y en varias islas como Creta, Chipre, Rodas, y Sicilia.
Con ello, los centros principales del Mediterráneo se integraron en el imperio de Alejandro.
Mesopotamia se convirtió en una región fronteriza entre el Imperio romano y los persas.
La parte occidental, la Galia, Iberia, y el Magreb, fueron invadidos por las gentes nómadas de la estepa eurasiática.
En una serie de conquistas rápidas, los ejércitos árabes motivados por Islam y conducidos por los Califas y por comandantes militares expertos se extendieron por el Oriente Medio: redujeron los dominios bizantinos a la mitad e invadieron totalmente Persia.
Gran parte del norte de África se convirtió en un área periférica subordinada a los centros principales del Oriente Medio, pero Iberia (al-Ándalus) y Marruecos pronto rompieron de este control distante y fundaron una de las sociedades más avanzadas del mundo en esa época, sólo comparable a Bagdad en el Mediterráneo oriental.
Los estados islámicos nunca habían sido fuerzas navales importantes, y el comercio entre Oriente y Europa estaba en manos de comerciantes italianos, especialmente venecianos, que se beneficiaron extrordinariamente con ello.
Ceuta fue tomada por el reino de Portugal en 1415, buscando socavar los intereses castellanos, aragoneses y genoveses en la zona.
Los otomanos controlaron Grecia y los Balcanes, y pronto también comenzaron a extenderse hacia África del norte, que se había enriquecido con el comercio a través del desierto de Sáhara.
Esto fue posible gracias a un nuevo tipo de nave, la carabela que hizo provechoso el comercio en las difíciles aguas atlánticas por primera vez.
La base del poder europeo cambió de lugar, trasladándose al norte, a la vez que Italia se convirtió en un área periférica dominada por extranjeros.
Francia invadió Argelia en 1830, y también Reino Unido consiguió el control de Egipto en 1882.