También tuvo un importante componente de guerra civil a nivel nacional entre afrancesados y patriotas.Aunque había un sector más crítico que, en sus propuestas, sí se aproximaba a una solución revolucionaria.Quizás desde la Gran Guerra Irmandiña nunca los campesinos gallegos se habían entregado tan vehementemente a una causa como en esta ocasión.Estos acontecimientos revelan que la población de la ciudad no confiaba en sus autoridades, creyendo -y posiblemente no sin razón- que tanto las autoridades militares supremas, Filangieri y Biedma, como las civiles, especialmente el regente de la Audiencia, estaban dispuestos a entregarse a los franceses.En estas circunstancias cualquier chispa podía hacer saltar al pueblo, trabajado subterraneamente por Sinforiano López y otros liberales.Esta desconfianza, especialmente con respecto al capitán general Filangieri, no abandonó nunca a los gallegos, incluidos -segundo parece- sus propios soldados que, temerosos de que entregara el ejército de Galicia a Napoleón, lo asesinaron poco más tarde.[18] Tal vez este exceso de precaución ayudó a que se tejiese una leyenda negra en torno al arzobispo sobre la posible connivencia con los franceses.En pocos días prácticamente toda Galicia se había pronunciado por Fernando VII y contra los franceses.Por lo general, las Juntas se constituyeron pactando entre sí las fuerzas sociales más importantes del momento.Envió a Portugal al brigadier Genaro Figueroa, con poderes y acreditaciones, para que contactase con los patriotas portugueses ya en guerra con los franceses.Las comunidades en esas circunstancias encuentran un líder, un jefe que acapara todo el poder: militar, administrativo, e incluso el judicial, sin necesidad de leyes o reglamentos, llegando a dictar sentencias de muerte contra los traidores y los espías.Solo en alguna ciudad, como Santiago, en la que había un club afrancesado muy importante, dirigido por Pedro Bazán de Mendoza,[37] llegó a constituirse una administración enteramente francesa.A medida que la resistencia fue recuperando territorio, hubo necesidad de crear nuevas Juntas locales (formadas siempre por los hidalgos del lugar, los clérigos más destacados y, en alguna ocasión, por campesinos) que serían el poder real de Galicia mientras duró la guerra.Estas juntas adoptaron medidas económicas, solicitando préstamos para adquirir armas y municiones, imponiendo impuestos a los vecinos, nombrando los jefes militares, dando las órdenes necesarias para que se mantuviera la tranquilidad pública y hasta dictaminando sobre las grandes medidas militares a tomar cuando la operación desbordaba los límites de la responsabilidad del jefe.La primera era inviable, dado que el marqués, seguramente por razones tácticas militares, andaba siempre errante de un lugar para otro huyendo del enemigo, y no era esto lo más conveniente para ejercer la alta dirección de la guerra.Estando ocupadas todas las ciudades y las villas más importantes de Galicia, era imposible su constitución.Ignoraba a esas alturas que Napoleón ya había entrado en Madrid el 4 de diciembre.Sus tropas estaban agotadas y mostraban signos de indisciplina que se prolongaron durante lo resto del camino.Como el choque bélico fue inevitable, Moore dispuso sus tropas, unos 16 000 soldados, pero con solo nueve piezas de artillería, en tres alturas.Durante esa misma noche las tropas británicas fueron embarcando, aunque los barcos fueron canoneados por la artillería francesa en el amanecer del día 17.El rápido avance napoleónico el día 6 de marzo provocó que el general español decidiese abandonar su primera línea de defensa, retrocediendo hacia la orilla oriental del río Támega, provocando que las fuerzas portuguesas se quedasen descolgadas, las cuales retrocedieron hasta la frontera luso-española, decididas a no apoyar a los españoles por su rápido e inesperado repliegue.El Marqués de La Romana establece una posición defensiva más sólida en una zona conocida como «Pozo do Demo», donde decide enfrentarse a las fuerzas napoleónicas.Unas semanas después, el 28 de marzo, Soult entra en Oporto tras sufrir los portugueses elevadas bajas militares y civiles.Se desplegaron por el camino real (hoy carretera PO-550) atacando con tres columnas de artillería.Estas acciones serían el impulso preciso para expulsar a los franceses de Galicia.Se intentó tomar el puente de Sampayo en sucesivos ataques frontales, que fueron rechazados.Buscaron los franceses entonces vados apropiados en el río Oitavén, pero los ataques fueron infructuosos una y otra vez.En su camino se vieron atacados por las partidas guerrilleras, pero sus tropas provocaron un verdadero reguero de sangre y pillaje.Por eso dio instrucciones precisas a su segundo que, sin duda, participaba de las mismas ideas para que, al terminar la guerra en Galicia, recuperara la plenitud del poder el capitán general, como antiguamente se había ejercido.No pretendía ostentar la soberanía, ni representar a Galicia mediante ningún organismo superior.