Se trató de una asamblea general extraordinaria convocada por el rey para encontrar una solución a la grave crisis financiera que padecía el país.
Los sucesivos intentos de reformar este sistema se encontraron con la resistencia del primer y segundo estado.
Ni el clero ni la nobleza formaban bloques homogéneos, ya que también comportaban estratos de ingresos modestos, cuyos intereses y forma de vida se aproximaban a los del tercer estado.
La nobleza y el clero reclamaban el voto por estamento, que les aseguraba la mayoría sin necesidad de lograr un consenso.
El tercer estado pedía el voto por cabeza, que permitía más igualdad en la votación, y debates abiertos.
El diputado Mirabeau habría pronunciado entonces la célebre frase «Estamos aquí por la voluntad del pueblo y solo saldremos por la fuerza de las bayonetas».