Pitias, jefe del partido popular, fue absuelto de los cargos políticos que pesaban sobre él.
Pitias fue atacado y muerto en la misma sala del Consejo, ante la vista de sesenta personas.
[13] Al día siguiente tuvo lugar un nuevo enfrentamiento en el que vencieron los demócratas.
Para evitar la toma del arsenal,[14] los aristócratas incendiaron los edificios en torno al ágora.
[15] El estratego ateniense, Nicóstrato, llegó la jornada siguiente con 12 barcos y 500 hoplitas mesenios.
Los demócratas pensaron que podrían desembarazarse de sus adversarios políticos enviándolos a Atenas.
Fueron persuadidos a partir y exiliados en un islote situado enfrente del templo de la diosa.
Después, la flota peloponesia adoptó un formación en círculo y los atenienses navegaban en torno suyo.
Una vez reunidos, los trirremes peloponesios lanzaron un ataque coordinado contra los atenienses, quienes empezaron a retirarse ciando lentamente para atraer sobre ellos el ataque de la formación enemiga, con el fin de que las naves corcirenses pudieran ponerse a salvo.
[20] Los partidarios de los oligarcas fueron repatriados del islote para que no pudieran ser socorridos por la flota peloponesia.
Los demócratas masacraron a todos los oligarcas que se habían quedado en tierra.
Causaron tantos estragos que el hambre se apoderó de la ciudad.
Temiendo que los tribunales de sus aliados no condenaran a muerte sus enemigos, los demócratas idearon una estratagema.
Los empujaron a tratar de fugarse, lo que rompería el acuerdo con Atenas.