Georges-Jacques Danton

Siendo pequeño, fue corneado por un toro mientras, según antigua costumbre de la región, era amamantado por una vaca.

En 1784, comenzó a estudiar Derecho, y en 1787 se convirtió en miembro del Conseil du Roi.

Más que el bufete frecuentaba los cafés, lo que le sirvió para conocer a varios futuros revolucionarios: Camille Desmoulins y Marat entre ellos, así como a su futura esposa, Antoinette Gabrielle Charpentier.

Su casa de la rue des Cordeliers estaba abierta a mucha gente del barrio.

La Comuna de París fue dividida en 48 secciones y se les permitió reunirse por separado.

[13]​ Cuando comenzó la Revolución francesa en 1789, Danton se introdujo en la política con entusiasmo y pasó a ser la vanguardia del radicalismo parisino.

En noviembre de 1792 fue enviado por la Convención a Bélgica, por lo que no estuvo presente en la vista del juicio contra Luis XVI, pero al dictarse la sentencia votó por la muerte del rey, apoyando así a Robespierre.

Según un biógrafo, "la altura de Danton era colosal, su aspecto atlético, sus rasgos fuertemente marcados, groseros y desagradables, su voz sacudía las cúpulas de los pasillos",[14]​ pese a su físico poco agraciado y a su cínico discurso, Danton poseía un carisma y una oratoria tan brillantes que conseguía simpatizar con todos.

En marzo de 1793 participa en la creación del Tribunal Revolucionario, que preside desde julio el propio Danton[cita requerida].

Así entrará en franca oposición con Robespierre, no tanto por sus convicciones, que las tienen en común, cuanto por la forma.

A causa de todo ello, Danton se encuentra en peligro y, una vez más, huye, refugiándose en Arcis-sur-Aube.

Era un mero "estadista del materialismo" que se compraba de nuevo cada día.

Cualquier momento revolucionario se escenificaba por la perspectiva de gloria y más riqueza.

[21]​ Robinet presenta una perspectiva diferente sobre Danton, cuya valoración es más positiva y lo retrata como una figura digna de admiración.

Se mantuvo leal a sus amigos y al país de Francia evitando la "ambición personal" y se entregó por entero a la causa de mantener "el gobierno consolidado" para la República.

Estatua de Georges-Jacques Danton en Tarbes .