Con Pokolenie (1955), el director primerizo expresó su desilusión sobre el jingoísmo, usando como su alter ego a un joven héroe al estilo de James Dean interpretado por Zbigniew Cybulski.
Desde entonces, Wajda se fue interesando cada vez más por obras de contenido alegórico y simbólico, y ciertos símbolos (tales como el fuego encendido en copas de licor, representando la llama del idealismo juvenil que fue extinguido por la guerra) son recurrentes en sus películas.
En 1967, Cybulski murió en un accidente de tren, y sobre ese hecho el director articuló su pena con la que es considerada su película más personal, Todo a la venta (1969).
La implicación del director en este movimiento llevó al gobierno polaco a ilegalizar la productora de Wajda.
Tres años después, en los premios Óscar del 2000, Wajda fue galardonado con un Óscar Honorífico por sus numerosas contribuciones al mundo del cine; Wajda donó el premio a la Universidad Jaguelónica de Cracovia.