No vestían de uniforme, llevando como distintivo un poncho punzó, y protegiéndose con guardamontes de cuero y petos del mismo material para sus monturas.
Leopoldo Lugones dio en llamar luego a estos combates la guerra gaucha.
Se organizaban en escuadrones, divididos a su vez en compañías, acompañadas cada una de cirujano y capellán castrense.
Tras el cambio táctico que llevó a San Martín a emprender el cruce de los Andes, se les sumó durante un tiempo una pequeña tropa boliviana dirigida por Juana Azurduy, heroína del alzamiento de Chuquisaca.
Aunque la milicia se extinguió con la muerte de su jefe, el destacado papel jugado en la guerra conservó su recuerdo.