García de Alvarado

– Cuzco, 1542) fue un militar español que luchó durante la guerra civil entre los conquistadores del Perú.

Tuvo fama de no cansarse nunca, por lo que jamás se quitaba las armas.

Lo cierto es que en vísperas del asesinato del marqués gobernador Francisco Pizarro, se le vio recorrer las calles de Lima con un grupo de soldados, haciendo vistas sospechosas.

Partió luego hacia Trujillo para proclamar allá a Almagro el Mozo como Gobernador del Perú, pero ya en camino se encontró con Luis de San Mamés quien lo convenció de volver a Lima, asegurándole que ya Trujillo se había plegado a la causa almagrista.

Continuando su recorrido al norte, dejó en Jayanca sus fuerzas y se adelantó con solo 20 jinetes a San Miguel de Piura, donde repitió lo hecho en Trujillo y mató a algunos prominentes vecinos.

Estando ya por arribar el visitador Cristóbal Vaca de Castro a la cabeza de los realistas (o partidarios del Rey), el ejército almagrista marchó hacia la sierra, rumbo al Cuzco, para contener a Perálvarez, que se había sublevado alzando la bandera del Rey.

El ejército almagrista prosiguió la marcha, llegando a Huamanga, donde fabricaron cañones.

No se le hizo caso y esto le produjo más resentimiento contra Almagro, determinándose al mismo tiempo vengarse de Cristóbal de Sotelo, quien había dicho públicamente que los poco o nada valían para él.

Pero al calmarse la situación, Almagro hizo las paces con él, nombrándolo Capitán General y Teniente Gobernador, cargos que apetecía y con los que se envaneció aún más.

Sin embargo, , que no era torpe, pensó en otra salida: matar a Almagro, entregar su ejército a Vaca de Castro, reconociendo a éste como Gobernador nombrado por el rey, para enseguida pedirle su autorización para marchar al frente de una expedición hacia una provincia ignota, pero que tenía fama de ser pletórica en riquezas.

Llegado a la casa del caudillo, entró en ella, sin sospechar nada, y la puerta se cerró tras de él.