Inicialmente el viento soplaba suavemente desde el noreste, y así continuó hasta las diez de la mañana, momento en el que todas las embarcaciones ya estaban pescando.[4] En ese momento, los pescadores notaron que el viento del sur soplaba en tierra, lo cual era evidente por la arena levantada en las playas cercanas.[1] Desde tierra, la escena era desgarradora: las frágiles embarcaciones se habían dispersado y luchaban por alcanzar las ensenadas más cercanas a toda costa.[9] Al amanecer del domingo, los periódicos locales comenzaron a contar las víctimas de la tragedia.En Santander, se registraron 60 muertos, mientras que en Laredo fueron 36, en Colindres 28, cuatro en Suances, tres en Castro Urdiales y uno en Noja.[1] En la costa vasca, la catástrofe golpeó especialmente a Bermeo, con 98 pescadores fallecidos, seguido de Elanchove con 49, Mundaca con 15, Ondarroa con 13, Lequeitio con seis, San Sebastián con cinco y Algorta con dos.Se perfeccionaron los partes meteorológicos para proporcionar información más precisa y oportuna sobre las condiciones climáticas.