Francisco Fernández de la Cueva y de la Cerda

En 1702, cuando contaba diez años se trasladó a Nueva España, donde su padre ocupó el cargo de Virrey, permaneciendo allí por tiempo de ocho años.

Tras la muerte de su padre, ocurrida en 1724, le sucedió en sus títulos y dignidades, siendo XI duque de Alburquerque (grande de España), VIII marqués de Cuéllar, V marqués de Cadreita, VII conde de la Torre y XI conde de Ledesma y de Huelma, XI señor de Mombeltrán, Pedro Bernardo, La Codosera, Lanzahíta, Mijares, Aldeadávila de la Ribera, Villarejo del Valle, Las Cuevas, San Esteban y Santa Cruz del Valle; de las villas de Cadreita y Guillena, y del mayorazgo de la familia Castilla en Madrid.

Después de servir como capitán general de la Mar Océano, ingresó en el Palacio Real de Madrid sirviendo desde 1742 como Caballerizo mayor de Fernando de Borbón, por entonces príncipe de Asturias, y en 1746, cuando ascendió al trono con el nombre de Fernando VI de España, revalidó el nombramiento de caballerizo, y además le concedió el grado de caballero-collar de la Orden del Toisón de Oro, que le fue impuesto por el propio monarca el mismo día que este juró el trono.

Por motivos de salud, renunció al cargo palatino tres años después, en 1749, aunque el rey, en agradecimiento a su servicio, le concedió los honores, tres y mitad de sueldo del cargo que había ocupado, así como el derecho a acceder a su Real Cámara.

Falleció ocho años más tarde, el 23 de junio, mientras se hallaba de recreo en Hortaleza.