En esta ciudad, una de las más europeas del continente, se vinculó con personajes como George Ticknor, Washington Irving y el historiador William H. Prescott.
Durante toda su estancia, Frances Erskin Inglis mantuvo una intensa relación epistolar con su familia en Boston.
En sus cartas describió, además de su situación personal, la vida cotidiana, las costumbres, la cultura y los sitios que visitó tanto en la Ciudad de México como en los demás viajes que realizó junto con su marido por otras regiones del país.
El reconocimiento oficial de su nombre y su biografía se dio en posteriores ediciones, ya muy entrado el siglo XX.
Además, los gastos generados por el ejército y por las numerosas revueltas, revoluciones, asonadas, etcétera superaban con mucho la capacidad de financiación por parte del Estado.
Desde su llegada a México, el matrimonio fue recibido por personajes como Guadalupe Victoria y Antonio López de Santa Anna.
La autora comenzó sus cartas despidiéndose de Nueva York para venir a México.
Sobre esos hechos registró desde los refugiados en la embajada española y los muertos que conocía hasta los documentos de las facciones enfrentadas.
La amenaza del norte en Veracruz y Tampico despidió a los Calderón de la Barca.
Cuando subieron al ya conocido “Jasón” se encontraron con la novedad de que debían llevar colchones y sábanas para sus literas.
Cerró la etapa mexicana de su vida diciendo: "Nuestras próximas cartas serán escritas en el mar, o en Tampico.
La inestabilidad política que vivó ese país desde la pérdida de sus colonias afectó al matrimonio recién llegado.
Por ese entonces compraron una casa cerca de San Sebastián en el País Vasco, donde Ángel, nacido en Buenos Aires, murió en 1861.
Sin embargo, el tiempo en el Palacio Real no fue fácil debido a que en 1868 la infanta contrajo matrimonio con el hermano del rey de Nápoles y en el mismo año la monarquía española fue suprimida para fundar la Primera República, siendo desterrados los monarcas y su corte.
Durante todo este tiempo Frances permaneció fiel a la infanta y siguió su misma suerte.
La primera traducción se debió a Enrique Martínez Sobral, académico de la lengua.
Sin embargo, la traducción más conocida, acompañada de un prólogo que es en sí mismo un estudio del personaje y su época es la de Felipe Teixidor, publicada por la editorial mexicana Porrúa en 1959 y varias veces reimpresa.
Hay otra traducción más reciente, de 2007, debida a Raquel Brezmes Raposo, publicada por Rey Lear, ISBN 978-84-935531-7-3.