Sin embargo no pudo cumplir esta primera misión por haberse declarado una epidemia de peste, razón que le impidió llegar a su destino y le obligó a permanecer en Trieste.
Posteriormente fue nombrado agregado para las embajadas de España en Holanda, Austria, Inglaterra y Francia.
En su casa se relacionó con diversos escritores españoles y mantuvo correspondencia con Alexander von Humboldt, François-René de Chateaubriand y Benjamin Constant de Rebecque.
Fue nombrado teniente coronel del Regimiento de Comercio, puesto destinado a mantener el orden público.
Escribió un folleto llamado Cartilla social sobre los derechos y obligaciones del hombre en la sociedad civil, regalando mil ejemplares al presidente Manuel Gómez Pedraza, la tirada se agotó y el folleto llegó a editarse ocho veces más.
[2] No obstante, poco después, el propio Santa Anna le pidió que regresara junto con otros desterrados.
Fue elegido miembro honorario de la Real Academia Española.