La idea en sentido amplio de cultura clásica, incluso humanística, tanto en su aspecto filológico como cívico, tendría su equivalente chino en el confucianismo.
Estos tempranos trabajos se concentraron en el estudio del idioma chino, con el fin, entre otras cosas, de facilitar la conversión.
Otras obras intentaron hallar coincidencias entre el cristianismo y la cultura china, a fin de poder difundirlo.
España, que en la época contemporánea no ha desempeñado, hasta tiempos recientes, función significativa alguna en los estudios asiáticos, sin embargo fue clave en la formación inicial, lo cual ha sido frecuentemente omitido.
Entre los pioneros se encuentra el italiano Michele Ruggieri, quien en 1590 traduce al español los Cuatro Libros de Confucio.
[6] Por su parte, el sacerdote dominico, intelectual y diplomático, fray Juan Cobo produce otra de las primeras traducciones del chino a un lengua occidental: Espejo rico del claro corazón, publicado en Manila,[7] enviado a España en 1595 y traducción de un libro popular en esa época en China, el Mingxin Baojian, compilando breves citas de obras clásicas.