[3] Ejerció el cargo pocos meses, ya que falleció asesinado en un motín, lo que agudizó el estado crítico de la colonia argentina antes de la ocupación del territorio por parte del Reino Unido en 1833.
Regularmente solicitaba que el gobierno de Buenos Aires le asignara recursos humanos y armamento, pero no obtuvo ninguna respuesta formal.
En respuesta, y sumando con la incursión estadounidense, el gobierno británico ordenó enviar una patrulla naval para ocupar las islas por la fuerza.
[25] Esta pequeña guarnición incluía prisioneros por delitos comunes para servir en el ejército y crear una colonia penal en las islas.
Al llegar, la colonia mostraba un aspecto aterrador y sombrío por el ataque estadounidense.
Las casas y las huertas estaban destruidas, las veredas de piedras que había ordenado construir Vernet no existían.
El capataz de Vernet, Jean Simón, acomodó a Mestivier y su esposa en la casa principal.
[10] Luego Mestivier verificó si los colonos que se quedaron habían cuidado los intereses de Vernet y se dedicó a restituir el orden quebrantado, reasignando alojamientos y distribuyendo provisiones entre la media centena de colonos.
[31][32] Algunos relatos hablan de que Gertrudis estaba dando a luz en el momento del motín.
Los amotinados luego robaron caballos y huyeron hacia el interior de la isla Soledad.
Sáenz Valiente estaba detenido por orden de Mestivier y había sido liberado por sus cómplices la noche del motín.
[5] En el momento inmediato al motín ningún habitante se había animado a enterrarlo.
[29][34] El teniente primero José Antonio Gomila[10] se instaló en la habitación del fallecido comandante; reinaba una anarquía total.
[25] La nave francesa Jean Jacques, que buscaba refugio, fue alertada de la situación e intentó restablecer el orden; al levar anclas, en una decisión desafortunada, el comandante francés dejó a cargo al propio Gomila.
[5] La esposa de Mestivier anotó lo siguiente en su diario en el momento del asesinato:
El cadáver de Mestivier, dejado por varios días en la calle, había sido profanado por dos soldados.
La insultaba, festejaba frente a ella el asesinato y quemó papeles del Comandante.
Gomila salió a recibirlo en un bote pequeño y le contó rápidamente su versión de los hechos.
A las diez de la mañana, el sargento segundo José María Díaz, el cabo primero Francisco Ramírez y los soldados Bernardino Cáceres, Juan Antonio Díaz, José María Suárez, Juan Moncada y Manuel Sáenz Valiente, fueron pasados por las armas y colgados durante cuatro horas en la horca.
[5] Gertrudis, cuando regresó a Buenos Aires, se había encerrado con su bebé en casa de sus parientes.
Allí Vedia le habla a Gertrudis con ironía, fundamentando la defensa de Gomila.
[2] Vedía decía que Gomila «en estilo de broma la solía abrazar [a Gertrudis]».