[1] Los nuevos estatutos sostienen que la resistencia armada contra una potencia ocupante está justificada según el derecho internacional.
Mientras que algunos lo recibieron positivamente y la calificaron como una señal de pragmatismo y mayor madurez política,[4][5] así como de un potencial paso en el camino hacia la paz,[6][7][8] otros lo han desestimado como un movimiento meramente estético diseñado para hacer que Hamás parezca más aceptable sin cambiar nada en cuanto a sus objetivos y sus métodos.
[14] En su presentación, Meshal explicó que el movimiento Hamás sigue un camino intermedio entre dos polos: el extremismo (tatarruf o tashaddud) y la flexibilidad (muyu'a, literalmente: "liquidez").
[12] En comparación con la Carta Fundacional de Hamás de 1988, que estaba marcada por la retórica religiosa y las ideas utópicas, este nuevo documento se caracteriza por un lenguaje político simple y eminentemente pragmático.
[2] Contiene un preámbulo y 42 párrafos en los que Hamás esboza sus posiciones sobre los aspectos fundamentales del conflicto árabe-israelí.
[16] Algunos analistas han comentado que Hamás no ha revocado los antiguos estatutos para no alienar a algunos de sus militantes de base, pues temían que algunos decidiesen unirse a las facciones islamistas rivales.
[14][18] Los Hermanos Musulmanes ni siquiera son citados por su nombre en los nuevos estatutos, aunque todavía hay ciertos ecos de su ideología en ellos.
Esta formulación es significativamente distinta de la Carta Fundacional de 1988, en la que se describe a Palestina como una «dotación islámica» (waqf) que pertenece a toda la nación musulmana.
[2] La recepción del documento osciló entre valoraciones positivas pero cautelosas y duros rechazos por parte de quienes lo veían como un ejercicio de relaciones públicas engañoso y meramente estético.
Los cambios reflejados con respecto a la Carta Fundacional son, por lo tanto, «positivos y necesarios desde hace mucho tiempo pero, en muchos sentidos, (...) quizás demasiado escasos y demasiado tarde para que supongan un cambio significativo en la dinámica del conflicto palestino-israelí».
[8] Mohammad Shtayyeh, Primer Ministro de la Autoridad Nacional Palestina, acusó a Hamás de haber estado atrasado durante décadas en su pensamiento, y declaró a la CNN: «Hamás está debatiendo cosas que [la OLP] hizo hace 43 años».
[32] Eso supone una contradicción lógica, pero un gobierno israelí genuinamente interesado en un acuerdo político habría utilizado el nuevo estatuto y otras señales de moderación por parte de Hamás como una base para las futuras conversaciones, algo que no sucedió.
[10] Matthew Levitt y Maxine Rich, investigadores del think tank proisraelí The Washington Institute for Near East Policy, interpretaron el documento como un intento de Hamás de presentarse bajo una luz más moderada para obtener un mayor apoyo internacional, dadas sus relaciones cada vez más tenues con Irán, el enfrentamiento del gobierno egipcio con los Hermanos Musulmanes y la sombría situación económica de la Franja de Gaza, exacerbada por una reciente crisis energética.
[6] El propio Netanyahu arrugó una copia del documento ante la cámara y la arrojó a una papelera.
[36] Por tanto, no había ningún incentivo para la moderación, lo que probablemente hacía más atractiva la idea de un ataque a gran escala.
[36] Para apoyar esta opinión, Byman y Holtz citaron una declaración del funcionario de Hamás Basem Naim en una entrevista: «Sabíamos que iba a haber una reacción violenta.
[36] Yahya Sinwar, el líder político y militar de Hamás en Gaza, apoyó supuestamente los nuevos estatutos, pero luego adoptó una posición más extrema cuando estos no lograron llevar a un acuerdo político con Israel.
[38] Mark A. Green, del Woodrow Wilson International Center for Scholars señaló que si bien Hamás ha declarado en sus nuevos estatutos que «rechaza la persecución de cualquier ser humano o el socavamiento de sus derechos por motivos nacionalistas, religiosos o sectarios», su ataque del 7 de octubre mató a unas 1.200 personas.