Puede tratar de alcanzar sus objetivos bien mediante la resistencia no violenta (algunas veces llamada resistencia civil) o por medio del uso de la fuerza.
En muchos casos, como por ejemplo en Noruega en la Segunda Guerra Mundial, o la Resistencia peronista en Argentina contra el golpe de Estado de 1955, un movimiento de resistencia puede emplear tanto métodos violentos como no violentos, usualmente, operando bajo distintas organizaciones y actuando en distintas fases o áreas geográficas al interior del país.
[1] El término resistencia es generalmente usado para designar un movimiento considerado legítimo.
Así, organizaciones e individuos críticos a la intervención foránea y que apoyan formas de movimiento organizado (particularmente donde los ciudadanos son afectados) tienden a favorecer el empleo del término.
[4] Por lo tanto, dependiendo de la perspectiva de un gobierno, un movimiento de resistencia podría o no ser catalogado como un grupo terrorista basado en si los miembros del movimiento son considerados combatientes legales o ilegales y su derecho a resistir la ocupación es reconocida.