Erich Fromm

Durante una parte de su trayectoria se posicionó políticamente defendiendo la variante marxista del socialismo democrático.El propio Erich Fromm también quiso inicialmente seguir ese camino de vida.Sin embargo, estudió primeramente derecho en Fráncfort, luego se trasladó a Heidelberg para estudiar sociología, donde hizo su doctorado en 1922 bajo la asesoría de Alfred Weber, acerca de la ley judía.En ese tiempo, él y su esposa abandonaron la vida religiosa ortodoxa judía.Desde 1929, Fromm ejerció como psicoanalista "lego" (los por aquel entonces llamados Laienpsychanalitiker, término alemán para referirse a los no médicos) en Berlín.Las divergencias intelectuales con otros miembros de la institución, especialmente Herbert Marcuse y Theodor Adorno, llevaron a su desvinculación del mismo en 1939.[3]​ Durante los años 40 Fromm desarrolló una importante labor editorial, pues publicó varios libros luego considerados clásicos sobre las tendencias autoritarias de la sociedad contemporánea y se desvió marcadamente de la teoría original freudiana.Esto, junto con sus perspectivas sobre la libertad personal y el desarrollo de una cultura libre, hace que con alguna frecuencia se lo asocie con la línea anarquista.En busca de una respuesta recurre al Nuevo Testamento para concluir finalmente que este libro refleja tanto una condición como la otra, y concluye que el individuo es a la par lobo y cordero.Así, el individuo queda reducido a un mero servidor de un dios todopoderoso.En este escrito planteó la idea de que el hombre se decanta en su vida entre dos fuerzas: la biofilia y la necrofilia.Las mujeres, como la mayoría de las clases dominadas, han aceptado la ideología masculina, aunque en privado sustentaban sus propias ideas contrarias.[11]​Erich Fromm afirma, en su obra El corazón del hombre, que el ser humano actual se caracteriza por su pasividad y se identifica con los valores del mercado porque el hombre se ha transformado a sí mismo en un bien de consumo y siente su vida como un capital que debe invertirse provechosamente.El valor humano se ha limitado a lo material, en el precio que pueda obtener por sus servicios y no en lo espiritual (cualidades de amor, ni su razón, ni su capacidad artística).Esta clase de individuo es el autómata, persona que se deja dirigir por otra.El humano debe trabajar para satisfacer sus deseos, los cuales son constantemente estimulados y dirigidos por la maquinaria económica.El sujeto automatizado se enfrenta a una situación peligrosa, ya que su razón se deteriora y decrece su inteligencia; adquiere la fuerza material más poderosa sin la sabiduría para emplearla.Pero, dada la naturaleza del ser humano, los robots no pueden vivir y mantenerse cuerdos.Giuseppe Amara Pace, discípulo del Dr. Fromm, externó en una entrevista para la revista Proceso que, para Erich Fromm, la revolución no consistía en balas y armas sino en un cambio de ideas, emancipación y solidaridad.